EL PAÍS

Un día, Alba Sierra se buscó en Google. Para su sorpresa, vio que la primera entrada en el buscador ofrecía la opción de «pedir su CIF, dirección y número de teléfono». Hizo clic en el enlace y entró en un portal de información empresarial. Está su identificación, código postal, dirección personal, número de teléfono y correo electrónico, y comentarios sobre su solvencia económica. Todos pueden usar tus datos. De hecho, están allí. Cualquiera que sepa su nombre puede presentarse en su casa o llamarla.

Alba Sierra es el nombre ficticio de una freelancer (es diseñadora gráfica) que desconfía de su huella digital y está celosa de su privacidad. Así que se sorprendió mucho al descubrir que esta información, que nunca trató de compartir, era pública. Se propuso investigar esto como parte de un programa de posgrado en Tecnopolítica y Derecho en la Era Digital en la Universidad de Barcelona. Esa fue la semilla de un informe realizado por Xnet, un grupo activista que defiende los derechos digitales. Llegaron a la conclusión de que los datos personales de los trabajadores por cuenta propia habían sido sistemáticamente expuestos, incluso comercializados sin su conocimiento. Las categorías más afectadas son algunas de las categorías de ingresos más bajos.

Hace unas semanas, el equipo de Xnet mantuvo una reunión con la Agencia Española de Protección de Datos (AEPD), en la que les informaron de la investigación en curso. La agencia ahora está a la espera de recibir el informe completo, que el grupo le presentará esta semana con signos de interrogación. Tras el estudio, la fuente de la AEPD dijo que se «analizaría para ver cómo se debe abordar el tema».

¿Cómo se volvió tan obvia una información tan íntima sobre las personas? El viaje de los datos comienza en el momento en que alguien se registra como autónomo. Para ello es necesario darse de alta en el Censo de Actividad Económica de la Agencia Tributaria, para lo que es necesario facilitar su nombre, DNI, teléfono, correo electrónico y dirección, etc. Quienes trabajen desde casa, ya sea voluntariamente o porque no pueden pagar una oficina o un espacio de coworking, deben proporcionar su dirección y número de teléfono personal. Así, Xnet confirma que los autónomos con menores ingresos son más vulnerables que otros.

Hacienda luego transmite estos datos a la Cámara de Comercio, que elabora un censo público de empresas y lo convierte en un directorio elaborado por Camerdata, una empresa que depende de la Cámara de Comercio. Allí se pueden consultar y comprar datos de empresas españolas para “hacer negocios”, identificar nuevos clientes, etc. Los autónomos son empresas, por lo que también están incluidos en esta base de datos.

Algunos buscadores especializados, como Einforma o Axesor, compran estas bases de datos, las procesan y las ponen a disposición de sus clientes. Fue en una de estas plataformas donde Alba Sierra encontró su dirección y DNI. La primera consulta suele ser gratuita, pero hay una tarifa para consultas adicionales. Los precios oscilan entre los 9 y los 40 euros. Este es el costo de obtener información personal para un trabajador independiente que trabaja desde su casa.

La exposición de datos personales no es ilegal (los autónomos deben notificar el domicilio), pero tiene consecuencias adversas: debido al trabajo por cuenta propia, la información privada de algunas personas es visible para cualquiera.

¿Cuántas personas hay en esta situación? Xnet calcula que alrededor de 1 millón de personas con ingresos mensuales de 1.000 euros o menos tienen la opción de encontrar sus datos personales en Internet. Esta es una estimación. Los investigadores utilizaron las bases de datos de dos grandes plataformas de información empresarial, Einforma y Axesor, y dieron con un número aproximado de autónomos que tenían archivados: unos 1,4 millones. El filtro de ingresos deja cifras millonarias. Lo que es imposible saber es cuántos de ellos registraron sus direcciones personales como lugares de trabajo (y así recibieron atención pública).

Según los datos del INE, sí ven que en algunas actividades o títulos de autónomos, el número de registros que tiene la plataforma supera al de autónomos registrados. “Esto se debe a que, en ocasiones, las plataformas siguen dando datos de autónomos que se han dado de baja”, explica Simona Levi, fundadora y directora de Xnet y coordinadora del informe.

Privacidad y derecho a saber

Los datos personales de muchos autónomos están disponibles en Internet porque pueden. “No hay nada ilegal en empresas como Axesor o Einforma: sus actividades están protegidas por la normativa europea y por la ley de reutilización de datos del sector público español”, afirma Borja Adsuara, abogado digital y consultor experto. Muchas de estas empresas están representadas en la asociación multisectorial de la información Asedie, que fue premiada por la propia AEPD en 2018 por “buenas prácticas en privacidad y protección de datos personales”.

Según Levi, comercializar estos datos no cumple con la ley. «Creemos que se está incumpliendo la ley porque cuando das datos a Hacienda no te dicen que van a una cámara de comercio y eventualmente a una consultora. El Reglamento General de Protección de Datos (RGPD) obliga a los afectados a indiquen para qué se utilizarán los datos», enfatizó el activista.

La facilidad para obtener datos de individuos contrasta fuertemente con las crecientes barreras que rodean la búsqueda de información de otras empresas. El Tribunal de Justicia de la Unión Europea dictaminó recientemente que el acceso público a los registros de propiedad de las empresas significa «interferir en los derechos fundamentales», el respeto a la vida privada y la protección de datos personales, cuestiones garantizadas en la Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea. «La comparación entre la sentencia del TJUE y la respuesta inmediata de muchos países (que cerraron los registros) y cómo se han expuesto los datos de personas que han ganado muy poco a lo largo de los años», dijo Levy.

Xnet ha propuesto una serie de cambios legislativos para evitar que los datos de los autónomos queden expuestos. También obliga a los autónomos con una renta inferior a 3,5 veces el indicador público de renta de impacto múltiple o Iprem (aproximadamente 2.000 euros brutos), a no estar obligados a utilizar para tales fines, en el supuesto de que no puedan costear la oficina, su domicilio.

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