Lo que hemos visto en los dos meses de gobierno está en línea con las expectativas. Sin embargo, un gobierno que genera muchas expectativas y tiene muchos planes de cambio es desorganizado y carece de un curso de acción claro sobre los diferentes temas que deben beneficiar a la ciudadanía.
Lo que inicialmente era neutral o moderadamente preocupado por el entorno cívico y empresarial se ha convertido en incertidumbre, no solo para los ciudadanos y empresarios, sino también para los expertos. También existe la preocupación de que se propongan y aprueben reformas inconvenientes o incluso ilegales. En este contexto, la Corte Constitucional tiene la mayor importancia como institución y último baluarte del ordenamiento jurídico.
No importa cuán bien intencionada pueda ser una persona, es imposible cruzar los límites legales. En este sentido, el trabajo de la corte será similar al de Texas Alamo. En esta historia se confunden mito y realidad. Ante la embestida del ejército mexicano de López de Santa Ana, dijeron, los patriotas de Texas se hicieron poderosos en la misión franciscana llamada Álamo, construida en 1718. Era un edificio humilde destinado a ser el centro de evangelización porque tenía pocas defensas. Como el ejército mexicano contaba con unos 6,000, no pasaban de 200, resistiendo valientemente a un enemigo que los superaba en número y los superaba en número. Al final prevalecieron los mexicanos, pero El Álamo siguió siendo la mayor expresión de patriotismo, valentía, resistencia y heroísmo.
En esta nueva era, la Corte Constitucional emprenderá una labor difícil y heroica. Defender las instituciones y las leyes contra las ideas «coherentes» y bien intencionadas pero inadecuadas. Su obra será muy importante, al tratar conceptos como el bloque constitucional, la cosa juzgada constitucional y la supremacía de los tratados internacionales.
Por lo tanto, las reformas deben ser consistentes con la constitución, otras disposiciones de la constitución y los tratados, así como las decisiones de los tribunales ya son inmutables, vinculantes y definitivas y no pueden ser enmendadas. La Corte Constitucional no tiene trabajo pequeño.
Un gobierno reformista con mayoría parlamentaria terminará con demasiada legislación, lo que requerirá una revisión constitucional más detallada y sin precedentes y una completa libertad de cualquier interés y presión política. En este momento histórico, nueve personas fueron enviadas a interpretar y defender la Constitución, nuestros derechos y la seguridad de nuestro sistema.
Sin embargo, la futura integración de la corte es preocupante porque una es hoy y la otra será mañana. Durante el cuatrienio se elegirán seis magistrados. Cabe recordar que los magistrados son elegidos por el Senado de la República de una terna del Presidente, la Corte Suprema y el Consejo de Estado, por lo que es posible que surjan magistrados más acordes con las ideas del gobierno. Creemos que a falta de un Congreso más crítico y disidente, la Corte Constitucional será el último baluarte, pero esta vez El Álamo permanecerá orgulloso, ileso y cerrado, protegiendo la Constitución en beneficio de todos los ciudadanos.