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@| Reacciones de integrantes de la fuerza política denunciada en tiempos del exjefe de Gobernación de Bonomi (respecto a la «bala perdida» que paralizó a jóvenes albañiles en La Paloma) y hoy Senador República insiste en que fue una injusticia desacreditarla El objeto de la Justicia Movimiento, lo que demuestra cuánto respeta el ordenamiento jurídico que rige la conducta de los funcionarios públicos.
Presuntamente y con total impunidad, el implicado en el caso, que hoy se describe a sí mismo como una «víctima», no dudó en disponer que los heridos fueran atendidos (en una especie de manera para él y sus acompañantes) en un hospital policial. durante más de tres años, y mucho menos presentarlo al departamento correspondiente del hospital, como oficial de policía adjunto, para que pueda recibir el grado de trato preferencial correspondiente. Tampoco le tembló el pulso cuando intervino para que la misma víctima pudiera aprovechar cupones de alimentos por una pequeña suma mensual.
No dudó en amenazar con suspender la ayuda, exigiendo «silencio» absoluto al tirador y su familia. Citó «razones humanitarias» y las «necesidades» de las víctimas -el inaceptable procedimiento festivo, y sus resultados notoriamente trágicos- para justificar la conducta irrazonable. Todo esto, con recursos del Estado, o sea que se paga con dinero de los contribuyentes, y por obra y gracia de un alto funcionario público, decidió este trato para sí y para sí. Aunque luego, tras enterarse de una demanda civil contra el Estado, esta “ayuda” cesó.
El hecho es que, según la información obtenida, se han eludido todas las normas procesales ajustadas a la ley por razones claramente no relacionadas con el interés público, sino con los intereses de los particulares o de sus ramas políticas, que pretenden encubrir o proteger esas que causen tal daño personal irreparable a la persona.
Todo esto debe ser investigado a fondo, para responsabilizar a cada uno por sus actos, y para que la ciudadanía sepa la verdad y saque conclusiones.
Sería muy peligroso para nuestras democracias y repúblicas permitir que sus funcionarios públicos actúen más allá de sus facultades legales y dividan la «injusticia» o la «humanidad» o la «necesidad» según sus criterios personales y afiliación partidaria. Conveniencia política.
La afirmación de que «la política está por encima de la ley» es evidentemente inaceptable. La fiscalía y la sentencia de justicia en este caso deben garantizar la plena eficacia del estado de derecho.
Todos son libres de usar su dinero y bienes personales para ser altruistas como les plazca; por respeto a su libertad, se le permitirá tratar de corregir lo que perciba como «injusticia». Sin embargo, en el ejercicio del cargo público, “ponerse el sombrero ajeno y saludar”, se debe tener especial cuidado con el dinero y los recursos que se le encomiendan, pues para mantener a todos a salvo, la acción normativa debe ser extrema.