EL PAÍS

El psicólogo social Jonathan Haidt acaba de publicar su libro en inglés The Anxious Generation. Por qué las redes sociales están provocando una epidemia que se extenderá por España el 29 de mayo (Deusto). En una semana, se convirtió en el libro de no ficción más vendido en Amazon y en las listas del New York Times…

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En tercer lugar, hay otras razones: “Los investigadores citaron el acceso a las armas, la exposición a la violencia, la discriminación estructural y el racismo, el sexismo y el abuso sexual, la epidemia de opioides, las dificultades económicas y más. [por la crisis de 2008] y el aislamiento social son los principales contribuyentes», dijo Odgers en Nature. Aislar las variables y calcular el impacto de cada fenómeno en diferentes vidas es extremadamente difícil. Todavía estamos esperando pruebas concluyentes.

3. Necesidad de caer solo en un abismo

Históricamente, los adolescentes han sido conocidos por hacer cosas incorrectas. ¿Por qué esta generación debería ser diferente? Tener la opción de usar tu teléfono para socializar, aprender y cometer errores será una manera de hacerte más fuerte, de caerte del precipicio y volver a levantarte como todos los demás.

Hayter dijo que no. Que tus compañeros de clase se rían de ti por no saber las raíces cuadradas no es lo mismo que que toda tu escuela se ría de ti por una foto fea en Instagram. En diversos grados, este nivel de crítica no ayuda al desarrollo de los jóvenes que optan por encogerse y no enfrentarse a la mafia digital.

El teórico también realizó pruebas orales con sus alumnos universitarios. Pregúntales si usan Netflix y TikTok. Casi todos levantaron la mano, más Netflix que TikTok. Luego les preguntó si querían que desapareciera. Nadie levantó la mano por Netflix, pero muchos levantaron la mano por TikTok.

Haidt concluyó que Internet no es un deseo oculto entre los adolescentes como los videojuegos o el porno. Este es un problema colectivo. Usan la red porque todos están ahí, pero no les importa demasiado si de repente desaparecen. La cuestión sigue siendo cómo generalizar lo que cada uno usa de manera diferente e irreversible: cuando llegan a la edad adulta, Internet, los me gusta y la pornografía siguen ahí.

4. Hagamos algo ahora que todavía hay tiempo.

Haidt no trazó demasiadas líneas en la comparación: «Las empresas de redes sociales como Meta, TikTok y Snap se comparan a menudo con las empresas tabacaleras, pero esto es injusto para la industria tabacalera», escribió. Haidt vio una diferencia: en 1997, la mayoría de los adolescentes no fumaban. Ahora, sin embargo, todo el mundo está en línea.

El autor también admite que puede estar equivocado. Aun así, cree que es mejor pecar de cauteloso: «Si escuchas a quienes dieron la alarma y resulta que nos equivocamos, el coste es mínimo y reversible. Pero si escuchas las opiniones de los escépticos, y Si resulta que están equivocados, los costos serán mayores y más difíciles de revertir», afirmó.

Haidt pide que las familias no proporcionen smartphones hasta el instituto y que los jóvenes no tengan cuentas propias en la web hasta los 16 años (sí, usa Youtube, por ejemplo, pero no te registres para evitar dar a las empresas tecnológicas información sobre tus gustos) ), No hay teléfonos móviles en las escuelas para facilitar las relaciones y la educación. Haidt tiene una cuarta afirmación, no técnica: la sobreprotección de los padres desde la década de 1980. Los jóvenes deberían explorar el mundo más solos jugando y charlando en el parque. Este esfuerzo debe ir de la mano con la no entrega de celulares.

Esta es la ubicación más cercana. Los académicos creen que Internet y los teléfonos móviles pueden tener un impacto. Pero quieren centrarse menos en las grandes campañas o la legislación y más en responsabilizar a las plataformas: «Dada la cantidad de tiempo que los jóvenes pasan en línea, es necesario realizar muchas reformas», dijo Odgers.

Haidt se reunió con Mark Zuckerberg en 2019 y le pidió que tomara medidas para prohibir el uso de cuentas a niños menores de 13 años. Zuckerberg le dijo: «Lo pensaremos hasta el día de hoy». Centrarse en la tecnología es un desafío más complejo, pero la legislación en Europa y Estados Unidos está avanzando.

5. Dolor adulto

Una de las diferencias históricas entre esta crisis moral y las anteriores es que esta vez los adultos se ven tan afectados por los teléfonos móviles como los adolescentes. Hace unas décadas, menos adultos jugaban videojuegos o leían cómics violentos. Pero ahora son los propios adultos los que están viendo cómo los teléfonos móviles han conquistado sus vidas. Y no tienen idea de cómo controlarlo. Este miedo puede afectar su visión de cómo se las arreglará su hijo.

Nadie niega los beneficios que estas plataformas aportan a las minorías, a los movimientos sociales o simplemente a la comodidad y el entretenimiento. Pero, como toda tecnología, tiene su lado oscuro. Como sociedad, ¿debería limitarse su acceso a los adolescentes? ¿Debería permanecer en manos de la familia? ¿Deberían obligarse a las empresas de tecnología a seguir las reglas? Ahora comienza el debate final, aunque falten algunas pruebas.

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