Durante siglos, el trompe l’oeil ha sido despreciado durante siglos como un pequeño género pensado para el público más ingenuo y ambulante, y a pesar de haber sido abandonado hace siglos, triunfa en su forma más gloriosa.El período barroco sobrevivió y derivó hasta la actualidad. día… El Museo Thyssen-Bornemisza ha recuperado ahora este desaire con la exposición Hiperreal. El arte del trampantojo, disponible en Madrid hasta el 22 de mayo. A través de un centenar de obras, la exposición recorre la historia de un género deseoso de engañar a sus espectadores jugando con las leyes de la óptica y la perspectiva para ofrecer pinturas auténticas.
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Adaptado del francés trompe-l’oeil, término que define una técnica común desde la época clásica en la que las ilusiones ópticas han aparecido en innumerables mosaicos y frescos, así como viñetas narradas por Plinio protagonizadas por los pintores Zeuzis y Parrasio medio. El primero pintó las uvas de forma tan realista que los pájaros se acercaron a comer, mientras que el segundo pintó las cortinas de forma tan real que su oponente le pidió que las bajara para observar el cuadro. La influencia de esta falsa realidad, siempre acompañada de una relativa dosis de autoengaño, triunfó luego en Francia y los Países Bajos en los siglos XVI y XVII, con una serie de falsos relieves en mármol reflejados en la exposición, y de paso fructíferos Still Gabinetes podridos de vida, puertas entreabiertas o paredes falsas con equipo militar o artículos de caza colgando.
Tres ejemplos de trampantojos de diferentes épocas en la exposición Thyssen: «La Tierra» (1570) de Arcimboldo; «Retrato de un hombre con un anillo» de Francesco del Cossa (c. 1472-1477) y «Máxima Velocidad de Nuestra Señora de Rafael» (1954).
Desde maestros del género como Jacob de Witt, Cornelius Norbertus Gijsbrechts o Samuel Von Hoogstraten hasta trampantojos del arte superviviente de las últimas décadas, la exposición recorre un arco temporal de casi siete siglos, aunque prefiere seguir estructuras temáticas más que temporalidades Sí, quizás porque la mezcla de pintura antigua y antigua puede entenderse como un trampantojo más en el itinerario expositivo. «El objetivo principal de la exposición es tender puentes con lo contemporáneo. El trampantojo se ha extendido a cines, teatros, moda o gastronomía, y sigue apareciendo en las paredes de las tertulias de barrio a través del arte callejero. Sus enseñanzas siguen vigentes» , Thyssen Bellas Artes, comentaron el director artístico del museo, el comisario de exposiciones Guillermo Solana, y la responsable de conservación del museo, Mar Borobia.
La exposición también destaca la ambivalencia de este llamado género de la luz, que en realidad contiene una dimensión oculta inesperada: al ver estas pinturas, los visitantes a menudo se sorprenden al experimentar algo parecido al vértigo existencial. “Trippling tiene dos caras. En la historia del arte, se considera una bagatela, un juego de niños para un público no entrenado. De hecho, es un género de metafísica, no un espectáculo secundario para complacer al público”, dijo Solana. Este no es un análisis inoportuno: en una esquina de sus lienzos, los artistas han pintado relojes de arena, alimentos perecederos u hojas marchitas, que apuntan al paso implacable del tiempo y la desaparición gradual de los placeres de la vida, grandes y pequeños. . El set estuvo alojado en su día por cortinas de terciopelo, que reforzaban la idea de representación, la sensación de estar en el escenario, siempre bañada por una melancolía incontenible.
“Los cuadros triplicados son considerados artilugios, juegos de niños, en realidad es un género metafísico, no un entretenimiento de recreo” (Guillermo Solana, comisario de la exposición)
El subtexto de la exposición, a pesar de sus esfuerzos por ser más descriptivos que discursivos, es que tal vez estemos viviendo en un nuevo período barroco, como sugirió el filósofo italiano Omar Calabrese a finales de los años ochenta. Ahora, con el auge de los conceptos de posverdad, las falsas fantasías o la creciente sensación de vivir en un mundo ficticio, con cada nueva desgracia que llega a escala mundial, surge también esta turbidez. “La lección moral y metafísica del barroco es que así como las cosas falsas en la pintura pueden convertirse en realidad, la vida real se convierte en ficción, sueño, mentira”, confirma Solana. A nivel de historia del arte, el género tendría otro efecto colateral: desde los siglos XVI y XVII, el trompe l’oeil ha iluminado «una conciencia metafísica» que era tanto una afirmación de la convención pictórica como una transgresión, lúdica pero también teórica, lo mismo.
Bodegón con botella y libro (c. 1525) de un pintor anónimo del norte de Alemania, y The Bookshop (1951) del estadounidense Ken Davies, en Thyssen Hall.Inma Flores (País)
Grandes maestros las incorporaron a su pintura, a veces casi simultáneamente con su apogeo, como el juego de espejos de Las Meninas de Velázquez, o más tarde el convento de Goya en San Antonio, Florida Falso balaustrada pintada en el fresco de la cúpula (Madrid). Ya en el siglo XX fue resucitado por Picasso, Braque o Max Ernst en algunas de sus obras. También está Dalí, que presenta La velocidad máxima de la Madonna de Rafael en la sección final de la exposición, que se sienta junto al majestuoso globo terráqueo de Archimbodo, con diferentes narices de animales que evocan la fisonomía de la cabeza lateral.
Obras de Antonio López, Manuel Franquelo o César Galicia con sus puertas falsas y cajeros automáticos, representativas de su reciente evolución en España, se suman a la instalación encargada para la ocasión por Isidro Blasco, obra que utiliza la fotografía, la escultura y la arquitectura Collages urbanos, incorporando las disciplinas más barrocas. Vale la pena agregarlo a su ventaja en el arte contemporáneo, ha estado regresando por la puerta principal a lo largo de los años, como en las esculturas hiperrealistas de Duane Hansen o Ron Mucker, las instalaciones de Camille Henroth e incluso Banksy. efectos visuales, el maestro del trampantojo los había descubierto unos cinco o seis siglos antes que él.
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