Manifestantes que apoyan la ratificación de la nueva constitución de Chile marchan en Santiago, el jueves 1 de septiembre de 2022.

Manifestantes que apoyan la ratificación de la nueva constitución de Chile marchan en Santiago, el jueves 1 de septiembre de 2022.Manifestantes que apoyan la ratificación de la nueva constitución de Chile marchan en Santiago, el jueves 1 de septiembre de 2022.Luis Hidalgo (AP)

¿Puede un profesor de constitución colombiano contarles a los chilenos sobre el proyecto de constitución que votarán este domingo? No mucho, porque la decisión obviamente es del pueblo chileno y de nadie más. Pero me atrevo a hacer una reflexión, porque la mirada del extranjero puede ser útil porque no se deja atrapar por la polarización interna que es tan común en estas encuestas. Luego de un cuidadoso análisis del proceso constitucional y del texto propuesto, señalé tres razones por las que creo que la mejor opción es votar por mí: i) por el proceso, ii) por el texto y iii) por las consecuencias camino o el otro La victoria de la elección.

El proceso y el origen.

La constitución actual de 1980 es culpable, especialmente ratificada por la dictadura y cuestionada referéndum. Tiene un origen falso. Por otro lado, el actual proceso constituyente, si bien tiene algunos momentos irónicos, hábilmente aprovechados por los condenados promotores, es muy democrático: entrar en referéndum con amplio apoyo para la aprobación de la nueva constitución, que desembocó en el Pacto por la Igualdad en Elecciones Democráticas, en la política chilena La participación de grupos sociales subrepresentados, como la juventud o los pueblos indígenas, es importante.

Algunos pueden admitir lo anterior, pero optar por rechazarlo con un argumento mal textual, por lo que es mejor mantener la constitución de Pinochet. pero no es la verdad.

2. Texto y enmiendas propuestas

A pesar de las importantes reformas del gobierno de Ricardo Lagos, la constitución actual tiene serios problemas: desconocimiento de la visión nacional de los pueblos indígenas, excesivo centralismo y falta de una fuerte dedicación a los derechos sociales. Estos son obstáculos muy serios para lograr un Chile más democrático en respuesta a las demandas de mayor igualdad, diversidad y participación que han provocado una explosión social.

En cambio, la nueva constitución aborda estos desafíos a través de cinco decisiones constituyentes fundamentales: i) fortalecer la autonomía regional, favoreciendo la participación democrática local; ii) reconocer con fuerza los derechos sociales y promover y promover una mayor igualdad en una economía de mercado que respete las políticas de propiedad privada; iii) buscar mayor igualdad entre hombres y mujeres, no solo en determinados cargos, sino dedicando un elemento que podría revolucionar las relaciones de género: la economía del cuidado; iv) reconociendo los derechos ambientales, incluso naturales, una mejor relación con la naturaleza; v) como Chile es reconocido como un país multiétnico, el concepto de nación chilena es más diverso.

Este carácter multinacional ha sido atacado por el riesgo de socavar la unidad de Chile o crear inconsistencias legales y violaciones de la igualdad. pero no es la verdad. El texto reconoce la autonomía y ciertos derechos especiales de los pueblos indígenas, pero esto no viola la igualdad, sino que logra la igualdad. Filósofos liberales como Kymlicka han demostrado que estos derechos especiales son tan necesarios para superar la discriminación que sufren estos grupos y proteger su cultura, un derecho que reconocemos como un derecho de todos.

El texto también protege cuidadosamente la unidad nacional, ya que establece que la soberanía pertenece al pueblo chileno, no a sus estados constituyentes, y que el territorio chileno es único e indivisible (arts. 2-5). No hay riesgo de un movimiento separatista. Y para evitar posibles inconsistencias en el reconocimiento de la justicia indígena, el texto establece que dicha justicia debe ser respetuosa de los derechos humanos y ser controlada por la Corte Suprema (artículo 320).

Esta nueva constitución está lejos de ser perfecta. No. Además, no estoy de acuerdo con algunos de sus puntos y creo que tiene lagunas. Por ejemplo, mientras defiendo los derechos ambientales, el concepto de derechos naturales me parece problemático. Me parece que se equivocó al mantener el sistema presidencial, y es extraño que no regulara mejor el sistema electoral, que es un tema clave en el diseño de la constitución.

A pesar de estas fallas, la nueva constitución es una mejor acción legal para Chile hoy. La fórmula de una sociedad multiétnica, regional y ecológica y de un estado democrático de derecho es más adecuada para el Chile del siglo XXI que lo que consagra la actual constitución.

3. Efectos previsibles de la aprobación y desaprobación

Se podría estar de acuerdo en que la nueva constitución tendrá un origen más democrático y mejor contenido que la de 1980. Sin embargo, piense en votar en contra, argumentando que rechazar el proyecto conduciría a una mejor constitución, preservando los avances del proyecto actual, pero sin fallas, todo lo cual conduciría a un mayor consenso entre los chilenos.

Entiendo la idea, pero me parece mal porque ignora que los momentos que componen son únicos y difíciles de reproducir.

El impacto específico del fracaso sería perpetuar una constitución de origen autoritario, lo que obstaculizaría el desarrollo de Chile hacia un país más democrático, igualitario y pluralista. Además, la reforma por la vía ordinaria es muy difícil, por lo que parece necesario un instrumento extraordinario, que es la Asamblea Constituyente. Entonces, es probable que el rechazo genere frustración, división e incertidumbre, lejos de conducir a un proceso compositivo más coherente. Más bien, la ratificación legitimaría una constitución verdaderamente democrática y Chile finalmente superaría el legado de la dictadura. La ratificación permitiría, por tanto, la búsqueda inmediata de consensos sobre los ajustes constitucionales que se estimen necesarios, sin poner en peligro los avances que ha tenido Chile en este momento de composición, y permitiría una ejemplar respuesta institucional y democrática a los estallidos sociales.

Rodrigo Uprini Es abogado constitucionalista, investigador de Dejusticia y profesor de la Universidad Nacional de Colombia.

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