En los últimos días, el Gobierno y la comunidad autónoma han resuelto -tanto positivas como negativas- decenas de declaraciones de impacto ambiental que llevan meses pegadas en webs burocráticas y que cuentan con unos 80.000 MW de proyectos de energías renovables -eólica, y sobre todo solar fotovoltaica-, lo que pone en peligro su viabilidad. El ritmo se ha acelerado notablemente desde que Teresa Ribera, vicepresidenta tercera y ministra de Transición Ecológica, anunciara que no habría más prórroga del actual plazo del 25 de enero (después de que ya se hubieran concedido dos), por lo que quienes no obtengan el permiso para esa fecha perderán la conexión a la red y el acceso que Red Eléctrica de España (REE) les debe conceder. Aun así, algunas comunidades autónomas continúan siendo indebidamente lentas en el proceso, poniendo en riesgo el despliegue de estas plantas. También es enorme lo que está en juego desde el punto de vista jurídico si no se aceleran más estas resoluciones: muchos promotores siguen sin respuesta ante la lentitud en la resolución de documentos por parte de un gobierno con pocos recursos, que amenaza con demandar cuando vence. Esto retrasa aún más el proceso cuando lo único que se requiere es la máxima agilidad para comenzar a regenerar las plantas.
La crisis climática exige una apuesta clara y firme por las energías limpias. La ansiada autonomía estratégica de Europa no puede hacerse realidad si los veintisiete países no se despojan de la pesada carga de la dependencia energética, especialmente del gas, el petróleo y el carbón. Esta es una buena noticia no solo desde el punto de vista ambiental, sino también desde el punto de vista económico: las importaciones de combustibles fósiles son actualmente la mayor carga para el déficit comercial de la Comunidad.
Para que la transición ecológica, con las energías renovables como uno de sus ejes, tenga éxito, es necesario simplificar y agilizar los trámites con un compromiso activo de todas las administraciones, incluidos ministerios y comunidades, así como de otras instituciones relevantes. Además, todo esto debe hacerse sin socavar las salvaguardias ambientales. Sería contradictorio reducir los requisitos ambientales para acelerar el despliegue de las energías renovables, sin embargo, el reglamento de diciembre de la UE establece el marco para acelerar dicho despliegue, y la puerta está abierta. Para lograr una transición a gran escala y rápida, se debe hacer con un acuerdo con las áreas afectadas, involucrándolas en el proyecto, sus intereses e intereses comunes desde el principio. Esto sucede y es otro factor clave para que las empresas arrojen luz sobre los procesos de negociación y acuerdos con estas regiones, maximicen las políticas de transparencia y denuncien las malas prácticas que puedan dañar la reputación de la industria.
Por último, no hay que olvidar que con el despliegue de estas instalaciones eólicas -que, si bien son más importantes que nunca, se han ralentizado en los últimos años- y fotovoltaicas, es imperativo potenciar las infraestructuras de autoconsumo, de las que, y porque de su especial relevancia para la comunidad energética. Los últimos cambios del gobierno a través del Real Decreto 244/2019 permiten ampliar el radio de autoconsumo compartido de 500 metros a dos kilómetros, como se ha hecho en otros países, y es un paso en esta dirección, a pesar de la Los cambios rápidos y ambiciosos están diseñados para acelerar el mandato de estas comunidades energéticas.