Cinco Días

Hay muchos textos publicados que discuten Aplicaciones de la Inteligencia Artificial (IA) en el Derecho, Destacando sus beneficios, riesgos y argumentos éticos inherentes que surgen de la interferencia de la tecnología con lo que es esencialmente un ámbito humanista.

Fundamentalmente, desde la perspectiva del sector privado, las aplicaciones de IA que hacen visible al departamento jurídico son la creación de aplicaciones que agilizan el departamento jurídico. Producción o procesamiento de textos legales. Desde la perspectiva del sector público, los procesos simples se pueden resolver mediante la aplicación de inteligencia artificial. En ambos casos, lo utilizamos como herramienta de productividad. Sin embargo, ¿y si fuéramos más ambiciosos? ¿Qué pasa si aspiramos a que la IA se convierta en un elemento de modificación del comportamiento colectivo? Más importante aún, decimos públicamente, ¿puede la inteligencia artificial? acabar con la corrupción?

Es importante señalar que ninguna sociedad puede perseguir el crimen cero y ninguna empresa puede lograr el riesgo cero, pero cuando se trata de prevención, la IA puede ser decisiva y disruptiva en relación con todo lo conocido hasta la fecha. Veremos la presencia de inteligencia artificial en el ámbito jurídico que estará específicamente entrenada para detectar acciones y comportamientos que estén al menos indirectamente relacionados con la corrupción.

Esta inteligencia artificial puede analizar no sólo las comunicaciones por correo electrónico; documentos financieros o legales. Asimismo, la tecnología tendrá en cuenta el estado emocional del interlocutor y factores externos como la comunicación inoportuna, el uso de cuentas de correo privadas, etc. Parece ciencia ficción, pero no lo es.

No cabe duda de que los usos de este tipo de inteligencia artificial son muy amplios y abarcan casi todos los aspectos del llamado cumplimiento (corrupción, colusión, blanqueo de capitales, etc.). Asimismo, las operaciones de fusiones y adquisiciones pueden basarse en estas técnicas para que los compradores tengan una comprensión razonable de los riesgos inherentes a la adquisición de una empresa objetivo.

No hay duda de que este producto resultará atractivo para las grandes empresas porque la relación coste-beneficio es incuestionable.De hecho, los estudios han demostrado que las empresas que cotizan en bolsa tienen Mayor compromiso con el cumplimiento Su capitalización bursátil ha aumentado un 13,5% en cinco años. La buena reputación de una empresa proviene de un buen posicionamiento en el mercado, que se beneficia de una mayor conciencia de la fiabilidad entre los clientes, de una mayor formación para optar a los contratos, etc.

Estamos de acuerdo en que los beneficios que esta tecnología puede aportar son claros, pero el verdadero desafío es democratizar esta tecnología en todo el sector público y las PYME. Respecto a lo primero, no podemos ser optimistas, porque la experiencia nos dice que el poder público rara vez impone restricciones o restricciones al ejercicio de su poder, y para las pequeñas y medianas empresas, la relación costo-beneficio aquí puede ser más cuestionable.

Sin embargo, dadas las ventajas del uso de esta tecnología, las autoridades públicas estarían mejor Fomentar su uso mediante incentivos fiscales, ventajas de contratación, etc. Hay muchos ejemplos de autoridades públicas que fomentan la renovación o sustitución de determinados activos por un bien mayor, por ejemplo los relacionados con la seguridad vial, el medio ambiente, la eficiencia energética, etc. ¿No puede ser la transparencia una de ellas?

La tecnología nos ayuda reducir el riesgo Como hemos visto, en todos los ámbitos de la vida, el derecho y la economía no son una excepción. Tenemos la responsabilidad de aprovechar los beneficios de la IA y es de esperar que las autoridades tomen nota de la oportunidad y realmente fomenten su uso.

Miguel Gardea, Abogado senior en litigios españoles en DLA Piper

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