Polémica por los intereses de las bandas criminales

El ministro de Justicia, Néstor Osuna, trazó una hoja de ruta para el desmantelamiento de bandas criminales que no tienen estatus político y no forman parte de la «paz total» del gobierno del presidente Gustavo Petro.

El proyecto será un complemento a la Ley de Orden Público como los dos pilares de una paz total para desbaratar los elementos organizados del país, ya que solo apunta a bandas criminales con jerarquía pero sin posición política.

El senador y vocero del proyecto, Ariel Ávila, explicó el contenido de la ley de represión y la polémica que apunta a los múltiples intereses de estos grupos del crimen organizado a cambio del acceso voluntario a la justicia.

Expertos señalan que mientras el proceso de paz con la guerrilla del ELN es una negociación política con agenda social, el sometimiento es un diálogo sociojurídico, con negociación de sanciones en términos de derecho, pero también una política de reintegración y reintegración. Evite la duplicación en las redes sociales.

“Por lo tanto, no habrá nuevas curules, no habrá negociaciones de agenda ni de nuevos planes de desarrollo, no ganarán estatus político”, dijo Ávila, destacando la diferencia con el proceso que estaba llevando la guerrilla en la tiempo durante la revolución colombiana fuerzas armadas.

El objetivo del proyecto es que grupos como el Clan del Golfo, Autodefensas, Sierra Nevada, Pachencas, etc. brinden información sobre sus organizaciones, contribuyan a la verdad, justicia y reparación de las víctimas y entreguen los bienes de la organización para reparación.

Lea aquí: Ley de sumisión sugiere que pandillas paguen de seis a ocho años de cárcel

Ávila aseguró que con respecto a este operativo no se crearán nuevos jueces ni nuevos tribunales, porque “la fiscalía y los jueces con poder judicial, la llamada justicia ordinaria, ayudarán a desmantelar esta estructura armada ilegal de influencia y estructura de delito».

Las sumisiones tendrán ciertos beneficios para los miembros de estas organizaciones ilegales, como sentencias reducidas. En otras palabras, solo pueden pagar de seis a ocho años de prisión sin otro beneficio que cuatro años adicionales de libertad condicional para que las víctimas emprendan actividades de recuperación y reintegración a la sociedad.

Ávila subrayó que no habría impunidad, pues pagarían los delitos cometidos en prisión, con la única diferencia del canje de sentencias. “Este es un modelo más amplio que el que existe en Justicia y Paz, la famosa ley utilizada para la desmovilización de los paramilitares”, enfatizó el experto.

Ávila agregó: “El sometimiento a la justicia existe solo desde hace muchos años y se llama el principio de la casualidad, donde un delincuente corrupto va y acepta el delito que cometió, cómo lo hizo y le rebajan la pena, lo único que hace la ley es Pasamos de la obediencia a la justicia colectiva”.

Sin duda otra polémica tiene que ver con la extinción de dominios. Luego de la entrega de bienes, dinero y otros artículos durante el proceso, podrán quedarse con el 6% para ellos y sus familias, según el documento.

“Aquí no hay nada nuevo”, dijo Ávila, y explicó que las condiciones existen bajo una ley de extinción de dominio vigente desde 2014, en la que “cualquiera de una estructura criminal de alto impacto que ofrezca miles de millones de pesos puede quedarse con hasta un 6% para que puede vivir después de cumplir su condena, el 94% va al estado».

Una de las preocupaciones que más surge es creer lo que dicen y ofrecen estos grupos criminales, teniendo en cuenta procesos de búsqueda de paz pasados ​​donde no hubo cumplimiento ni verdad plena. Ávila compara los procesos de justicia y paz y en qué se diferencia de este nuevo proceso.

“Siempre cuento esta anécdota, cuando se trata de justicia y paz con los grupos paramilitares, cuando un grupo paramilitar va a contar un chiste, es hora de creerle porque no hay información en la fiscalía ni en el mecanismo de verificación. Entonces, que dispone que las unidades del Ministerio Público junto con los jueces del Poder Judicial verifiquen las palabras y hechos de los integrantes de estas organizaciones criminales. Si mienten, perderán su interés”, aseguró el senador.

Agregó que se crearon varios filtros para evitar fugas o información falsa en el proceso, que serán atendidos por el alto comisionado, inteligencia policial, inteligencia militar e inteligencia nacional si encuentran información falsa, serán despejados.

Sobre el tema de la extradición, Ávila dijo que es una de las condiciones que no contempla la ley. “Cuando se habla de extradición, los ejecutivos la discuten, como lo hicieron con las negociaciones de las ex-FARC, con el presidente de Colombia y Estados Unidos”.

Finalmente, el gobierno dijo que dos años era la propuesta de que la ley se mantuviera vigente, para que las bandas criminales acudieran voluntariamente a la justicia por sus ganancias.

Sobre este tema, León Valencia, director de la Fundación de Paz y Reconciliación Pares Colombia, saludó la propuesta que pondría en peligro a más de 50 grupos identificados

“El proyecto de sometimiento de las pandillas abrió el camino para un proceso complejo y ambicioso. En el relato de Parez, hay 149 grupos, 52 de los cuales tienen influencia significativa, involucrados en controversias en el mercado ilegal: drogas, minería de oro, contrabando, trata de personas”, él dijo.

“Dejan inconstitucional el 6% de blanqueo de capitales”

El exfiscal Néstor Humberto Martínez ha criticado la ley que prohíbe el decomiso de bienes delictivos, insistiendo en que es inconstitucional e inaceptable.

«Es constitucional y moralmente inaceptable que hasta el 6% de los activos ilícitos de las bandas criminales sean lavados. La Constitución obliga a arrasar con todos los rubros de activos obtenidos ilegalmente, incluso el porcentaje más bajo. Se pueden lavar porque provienen de Millones de Quedarán dólares en dinero lícito y activos provenientes del secuestro, narcotráfico y minería ilegal”.

Cabe señalar que luego de la divulgación del proyecto, será elevado a la Comisión de Política Criminal para su aprobación en las últimas horas, seguido de un máximo de 8 a 15 días al Congreso de la República.

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