El vicepresidente de Castilla y León y líder del partido «La Voz» de la comunidad ha declarado que su partido rechaza «el paño arcoíris que une a los plutócratas internacionales con la izquierda más sectaria» y «la colectivización del pueblo por origen».Entrada sexual». La colectivización se reservaba a la «bandera española» porque «une a todos los conciudadanos».
La plutocracia, es decir, la perniciosa influencia de los ricos sobre los gobiernos estatales, es un concepto anticapitalista cuyos argumentos se acercan sorprendentemente a Juan García Gallardo y Pedro Sánchez. Creo que por eso Vox le añadió el apellido «Internacional». Nada nuevo. La existencia de un lobby oscuro global que ataca la naturaleza cristiana de la familia e impone formas impuras de convivencia es condenada por partidos de extrema derecha en toda Europa. Víctor Orbán.
Los que dirigirán esta conspiración mundial serán los hebreos Jorge Soros, que añade un tercer vector al movimiento por el nacionalismo y el tradicionalismo cristiano: el antisemitismo. Vox, un partido radical antimusulmán, no se toma en serio ese último factor.
Uno podría pensar que las palabras de Gallardo se las llevaría el viento. Pero quedan acuerdos, como los firmados por su partido en Baleares, que establecían a la «familia» como «la célula fundamental de la sociedad». La ensordecedora melodía conmemora la democracia orgánica del franquismo, que concibe al Estado como un ser vivo ya la familia como uno de sus tres órganos.
Puede que Vox no sea un partido franquista, pero lo que tiene en común con el régimen anterior es la negación del «individuo» como preservador de la representación política, los derechos y las libertades. Los dictadores ven el liberalismo político como «inorgánico» y favorecen el capitalismo especulativo típico de la plutocracia internacional.
La ideología antiliberal expresada por Vox en todos los frentes deja poco espacio para una revisión política de las ideas socialdemócratas del BJP. Si el Partido Podemos llegó al Gobierno para corromper un sistema de democracia representativa en el que no creía e infundirle convivencia cívica e ideología, Vox espera hacerlo para modificar un modelo social pluralista por uno menos liberal. un modelo social más unificado.
Así que el problema de fondo para el 23J no es elegir entre Vox y la izquierda radical (que es un falso dilema), sino elegir entre la calidad del dique que debe frenarles.