Un hombre pasa frente a la sede de campaña del candidato Gustavo Petro.

Un hombre pasa frente a la sede de campaña del candidato Gustavo Petro.Luis Eduardo Noriega A. (EFE)

La dirección cultural es de una complejidad inmensa. Generalmente se asocia con una cartera más pequeña adentro de la dependencia oficial. Nada más remotamente de la verdad. Esto es de suma importancia en un país que es además una potencia multiétnica y multicultural, como lo reconoce la constitución franquista de 1991. Quienes estén a cargo del Ministerio de Cultura deben tener experiencia demostrada en las artes, la civilización y el patrimonio, experiencia en la dirección de manifiesto -lo cual es un desafío en sí mismo- y una amplia capacidad de negociación que les permita dar forma al presupuesto genérico de la nación (influencia PGN ). Esto si quiere ayudar a saldar la deuda histórica con este sector, que ha sido el más olvidado por el Estado.

Cuando hablamos de civilización nos referimos a un región creativo y productivo de diferencia muchas veces incomprensible. Por citar solo algunas áreas, hablaremos de las artes en genérico, que incluyen las artes escénicas -teatro, circo, música, danza, magia-, las artes visuales -pintura, escultura, cerámica, etc.- y las artes visuales. —Fotografía, videoarte, cine, etc.-. La civilización además incluye la letras y los oficios relacionados con el texto, los nuevos medios digitales y de comunicación, la cimentación, la artesanía, así como el folklore y los modismos -fiestas, festivales, carnavales, oficios tradicionales, etc.-. Asimismo, incluye todo aquello cuya testimonio lo acredite como patrimonio material, inmaterial y/o natural: desde conjuntos arquitectónicos de todas las épocas, pasando por muy diferentes formas de expresión intangible (como comadronas, cocina tradicional, lenguas o danzas) hasta paisajes naturales. sin afectar la dinámica sociocultural de nuestros pueblos sería incomprensible.

La dependencia cultural además debe tener en cuenta que existen instituciones neurálgicas, muchas veces conformadas por redes territoriales o nacionales, como museos, bibliotecas, sitios de arte, colecciones, centros de formación e institutos de investigación. Y que en todos los sistemas de información deben ser continuamente modernizados y actualizados y fortalecidos. Esto es para incentivar la toma de decisiones, pero además para avanzar en dirección a la transparencia y décimo ciudadana que requieren los modelos institucionales de gobierno extenso en las democracias avanzadas del siglo XXI.

Quien se involucre en las complejidades de la dirección cultural pública debe ser consciente de la importancia de formular planes culturales y planes sectoriales orientados a caracterizar, diagnosticar y proponer acciones específicas que permitan atender las deposición del Universo cultural a satisfacer a nivel franquista, municipal y franquista. /o nivel distrital, con enfoque poblacional y territorial. Idealmente, estos planes, elaborados por la ciudadanía con el apoyo técnico de los Consejos de las Áreas Artísticas, órganos de décimo sectorial franquista y territorial, además deben ser impulsados ​​por el Ministerio de Cultura y los órganos culturales de cada unidad, comuna y/o distrito. No se debe perder de instinto la importancia de seguir a las autoridades locales y ciudadanos, incluso en la formulación de planes especiales para el manejo y protección del patrimonio material presente en todo el región franquista, y en los planes especiales para la protección (PSA) de las manifestaciones del patrimonio inmaterial. Ambas son herramientas de dirección encaminadas a preservar nuestra riqueza cultural y requieren un inmenso trabajo cívico e institucional, que siempre debe incluir una inversión económica.

Hay una escuadra de reglamento que se ha ampliado desde la Ley 397 de 1997 (Ley General de Cultura) hasta hoy con las últimas apuestas del presidente Duque de promover las industrias culturales y creativas a través de la inversión privada. Conocer ese otro mundo además es importante porque aquí están las claves de lo que hay y lo que errata, lo que funciona y lo que se puede mejorar. Asimismo, es crucial desarrollar compromisos legislativos, siempre presupuestados, que garanticen verdaderamente el derecho fundamental de los ciudadanos a una vida cultural de calidad, garantizando al mismo tiempo un exiguo de trabajo a los trabajadores culturales que trabajan en condiciones de extrema precariedad e informalidad. Debe permanecer en el radar la presencia y partida de políticas públicas nacionales y territoriales, ojalá con enfoque de clase y de paz, así como la promoción de las diversas profesiones y disciplinas artísticas, culturales y culturales, muchas de las cuales hoy se encuentran en peligro.

Quienes se arriesguen a adoptar la civilización en nuestro país deben conocer que existen actividades económicas relacionadas con el sector, como el turismo, las TIC, la ciencia y por supuesto la educación, con las que deben trabajar muy articuladamente. Y más aún si este gobierno intenta incrementar las actividades que le permitan hacer la transición de una heredad de medios a una heredad creativa sostenible. Y allí son centrales las competencias en relación con la relación con el sector privado y con la cooperación internacional.

El panorama de entusiasmo que ya existe es enorme. Y se amplía aún más si se tienen en cuenta las propuestas del “Pacto Histórico y Cultural”, como se denominó el documento consentido por los entonces candidatos Petro y Francia, en el que participaron más de 1.500 personas de distintos nodos territoriales. En él se articulan varias propuestas a partir de ocho líneas de trabajo, a partir de la deuda histórica con la civilización y se sugieren caminos en los que la ciudadanía cree que se puede saldar. Los ocho ejes se enfocan en el relacionamiento territorial para iniciar procesos en torno a la civilización de paz, que conlleven al examen de los saberes ancestrales en cada región, así como la inclusión de la educación artística en el currículo desde la primera infancia y en la formalización del cuerpo docente. Enfatiza la privación de desarrollar productos culturales innovadores para diferentes plataformas, buscar la décimo comunitaria – con foco en el financiamiento de proyectos para jóvenes y mujeres – y promover la autonomía cultural territorial. También sugiere la restablecimiento de la infraestructura y los servicios públicos, y la privación de preservar los monumentos y crear contramonumentos. En cuanto a las políticas y modelos de gobernanza cultural, el documento aboga por la descentralización institucional y la formulación de planes con un enfoque intergeneracional. También ofrece diversas estrategias para el intercambio y la movilidad de los artistas, y para adscribir la asociatividad para fomentar economías creativas. En términos de política pública, toma protagonismo la privación de corregir el funcionamiento del patrimonio y la reglamento vivo (Ley de Cultura y Ley Naranja), proponiéndose la creación del Fondo Nacional de las Artes, así como un sistema de seguridad social para los trabajadores culturales más vulnerables.

En estos momentos de comprensión al diálogo con otros partidos, sería útil invitar a los expertos que elaboraron el software cultural del excandidato Fajardo, pues existen propuestas de gran envergadura para el fortalecimiento institucional que sería importante tomar en cuenta como parte de las medidas a desarrollar en este nuevo gobierno.

Quien acepta el duelo de resolver la cartera cultural debe establecer prioridades, valorar lo que hay, lo conseguido, lo que errata y lo prometido, sobre todo porque en cuatro primaveras va a ser muy difícil hacerse cargo de todo. Más aún si se tiene en cuenta que tanto el presidente electo como el vicepresidente han hablado de este como un gobierno con enfoque territorial. Obra compleja: En 2022, al Ministerio de Cultura se le asignó un presupuesto de inversión que no superó los 400 mil millones de pesos, es afirmar, el 0,57% del PGN de ​​inversiones, que ascendió a 69.600 millones de dólares. Esa número es ridícula cuando se proxenetismo de atender a uno de los sectores que según el DANE ha sido uno de los más golpeados por la pandemia. Y eso es aún más cierto cuando se compara con el presupuesto de educación, que fue de $49.5 mil millones ese año; Defensa y Policía, a los que se han asignado 42.600 millones de dólares; Salud y Protección Social en $41.9 mil millones; Mano de obra en $ 34.7 mil millones; o el de Inclusión y Reconciliación Social en $23.200 millones. El enfoque territorial tiene otro enorme desafío encima del crematístico, y es la priorización: casi la cuarta parte de las inversiones de la PGN se repartieron entre Bogotá, Antioquia y Cauca en 2022.

Quien sea responsable de la cartera cultural debe tener un mapeo muy preciso de las deposición regionales y sectoriales y conocer establecer prioridades, particularmente para atender a las poblaciones y territorios. Y necesita negociar un presupuesto de inversión adecuado para la civilización y participar activamente en la configuración de la PGN del nuevo gobierno, que esperamos tenga un enfoque de clase.

El discurso del nuevo gobierno paseo en torno a que Colombia será una potencia mundial de vida. Para ello, el aporte de la civilización será cardinal y debe estar en el centro de la política económica y social, porque, como admisiblemente sabemos los artistas de este país, quién tiene en sus manos un útil musical, un pincel o un cincel ; que expresa a través de la poesía su inconformismo, sus anhelos más profundos; aquellos que bailan y cantan para expresar sus más íntimos impulsos difícilmente podrán empuñar un arsenal. La civilización es la esencia de nuestra convivencia, es la herencia de nuestros antepasados, es la esperanza, lo que finalmente nos redime y nos salva.

*Ex Director del Instituto de Patrimonio y Cultura de Cartagena

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