Casa de campo para gentío de ciudad. Así describía su tributo a la obra residencial el hombre que aspiraba a ser “no el mejor arquitecto americano, sino el mejor arquitecto que jamás haya existido”, tal y como escribió en una de sus autobiografías. Frank Lloyd Wright (1867-1959), autor de más de 400 casas y de al menos tres filosofías, técnicas y prácticas de vivienda revolucionarias, hizo lo contrario de lo que hace la gran mayoría de los arquitectos exitosos: construyó más y más casas. Y cada vez la simplificaba más.
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Sin retención, su capacidad de reinventarse (y reinventarse a sí mismo), su apasionada devoción por la obra y su inquebrantable confianza en sí mismo le llevaron a ejecutar en numerosos frentes. Todos ellos se han desarrollado con éxito. Algunos de ellos han cambiado la idea de vivienda. Y la forma de comportarse. Aunque la densidad urbana ha sido la propuesta favorita de los urbanistas durante abriles. La proliferación de ciudades más pequeñas daría una mejor respuesta a los déficits fiscales identificados tras la contención. Wright lo vio. Su primera contribución seria a la historia de la obra y la vivienda fueron las casas de la pradera, las Prairie Homes.
Criado en Wisconsin y con sede en Chicago Loop, Wright participó en la marcha a los suburbios, expandiendo el núcleo próspero de Chicago. Oak Park, donde construyó su casa y instaló su estudio a fines del siglo XIX, creció de 4000 a 18 000 en una lapso. Allí construyó 23 casas y el Templo de la Unidad, que ahora es Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Las casas eran atendidas por vecinos que llevaban a sus hijos a la jardín de infancia que Kitty, su primera esposa, instaló en su casa. Las mujeres eran sus clientes. Aquí, además, Wright, a diferencia de la mayoría de los arquitectos, no era reluctante a ningún tipo de publicación. Comenzó a editar sus casas en el Ladies Home Journal. La secreto: «Una casa pequeña con mucho espacio».
Casa Robie en Chicago. 1910. Primer ejemplo de Prairie Homes de Wright. UNESCO sitio de Patrimonio Mundial.Fundación Frank Lloyd Wright
También eran las mujeres las que querían casas diáfanas, perfectamente iluminadas, con cocinas empotradas, en puesto de separadas, con salas de juegos para sus hijos. Una vida sencilla pero cómoda. Una construcción no trueque, pero posible. Una idea rompedora con corazón – la chimenea como centro de la chimenea – legendaria. Eran casas pequeño burguesas en las que se respiraba ostentación. Más allá de Oak Park, el arquitecto construyó siete casas en otro suburbio de Chicago, River Forest, y además un club de golf.
De las 45 casas de la pradera, 30 no se construyeron en la pradera sino en vecindarios suburbanos. En estas casas el ostentación no estaba de más: eran los voladizos los que daban sombra y evitaban que la sirimiri salpicara las ventanas, tenía el doble de consideración que el salón. Los Wright eran hogares de clase media que se sentían progresistas. Kenneth Frampton lo describió así: una mediación contra el capitalismo inhumano y un pared contra el comunismo revolucionario.
En las casas de Wright’s Prairie, el realce está en el horizonte. Y la pelotón emparentado individual convive con la continuidad de la ciudad. Las proporciones aplanadas no quieren interponerse en el camino. La planta semiabierta comercio de no dejar a nadie fuera. Hay pocas pero grandes habitaciones. Y están conectados porque hasta el menaje es tratado como un aspecto arquitectónico que distancia sin separar. Hay luz transversal, perimetral, eso es cierto, pero además hay zenit. Los tragaluces traen luz donde el perímetro no lo hace.
casa Millard. La Miniatura. Pasadena, 1923.Fundación Frank Lloyd Wright
A pesar de esto, Wright se cansó de la vida de intramuros. Regresó a Spring Green, Wisconsin, para construir una casa en la que había sido atinado a posteriori de mudarse a Chicago. Después de diseñar Broad Acre City rodeando de 1934, se mudó al desierto para comportarse. Comenzar de nuevo. Como si uno fuera obra y el otro vida. Empezar de nuevo es una forma ardua de no afrontar el final.
La primera vez que Wright cambió su idea de hogar —una vez que tuvo uno— fue cuando tenía 42 abriles. La vida emparentado le aburría. Se las había arreglado para hacerse un nombre. Construye de guisa diferente. Tuvo seis hijos y se enamoró. La infidelidad no rompió su círculo. No vamos a entrar en lo que hubiera pasado si hubiera sido mujer porque es pura especulación: como mujer hubiera sido irrealizable alcanzar tanto. El caso es que Wright se cansó de repetir la fórmula de voladizos y espacios abiertos en las casas de la pradera, y tras regresar a Wisconsin y sufrir un trauma -la homicidio de su concubina asesinado- Wright resurgió de las cenizas con la Sugerencia sobre qué hacer. construir con lo más de ocasión del mercado: bloques de hormigón.
Sin sótano, huecos para colocar el hierro que los sujetaría y decoraría. Independientemente de la ubicación o la naturaleza, los cuatro (en ingenuidad cinco) ejemplos de casas de bloques de concreto en California muestran un arquitecto diferente. Ni el zaguero ni el penúltimo Wright: la Casa de la Cascada, el Guggenheim y las casas Usonianas estaban por ascender. Estos últimos eran los hogares democráticos que había estado buscando toda su vida. Te quedas para un próximo post sobre el arquitecto que más casas construyó y que siempre se mantendrá actual porque nunca se cansó de no reinventarse caprichosamente para intentar mejorar el comportarse. Así, Wright, contemporáneo y del siglo XIX, naturista y urbano, desafió la definición.