En esta necesaria y brillante biografía, donde la literatura importa más que las aventuras de la vida, Merce Ibarz construye un magnífico mural de uno de los escritores catalanes más influyentes de la historia, restaurado hasta la actualidad.
Comprender la importancia de una biografía como La ira de las abejas, en la que Merce Ibarz (Saídí, 1966) Reproduce los magníficos frescos de la Mercè Rodoreda, dos elementos del entorno dignos de recordar en los últimos años. En la tradición catalana, La biografía es un elemento importante en la construcción de historias culturales.Como lo demuestran escritores como Anna Caballé, Jordi Amat o Andreu Navarra, que en este siglo le han dado mayor rigor e influencia. El segundo factor es que, desde su muerte en 1983, el feminismo ha reconocido y demostrado a Rodoreda como pionera y ejemplar. Fue considerada un referente indispensable hasta que adquirió cierto aura de santidad..
Más que caer en la categoría de hagiografía, el trabajo de Ibarz muestra cómo Su protagonista es un caso inédito y muy singular.. Nació en 1908 en Cataluña en el seno de una familia un tanto decadente, famosa por su jardín, que contenía un monumento al poeta popular renacentista Jacint Verdaguer. Este entorno moldeó los sentimientos de Rodoreda y la aisló demasiado dentro del clan. Incluso fue guiada a casarse con su tío Juan Gurgui, quien era catorce años mayor que ella, y por su parentesco consanguíneo necesitaban una dispensa papal.
Esta excesiva observancia de la conveniencia, hasta el punto de llegar a la endogamia, le abrió los ojos. Tuvo que abandonar su entorno familiar, y su inquietud hizo el resto, buscando refugio en un lugar apenas reclamado. La aparición del alfabeto catalán supuso una resistencia a la dictadura de Primo de Rivera Este efecto se amplificó durante la Segunda República y, para Rodo Radar, «el aire adquirió otro peso». Durante esos cinco años desplegó armas literarias y recogió los frutos, mientras la Guerra Civil había comenzado. En 1937 recibió el otrora prestigioso Premio Kresser. Reescribiría el libro cuando estuviera en la cima de su segunda conciencia.
Una luz en el exilio
Sin embargo, su primer período de éxito poco ortodoxo -tanto por su estilo como por su condición de mujer- terminó en el exilio republicano. Esta parte de La abeja enojada y su miel es brillante, aunque hay que decirlo. La ambigua relación con el hijo abandonado en fuga en 1939 va mucho más allá. Rodoreda fue una escritora tan sumida en clichés que muchos pensaron que había escapado del castigo de Dios. Pero en realidad no lo es. Se sumó a una caravana repleta de representantes literarios de su paísA petición del gobierno francés, fue encarcelado en el castillo de Roissy-d'Ambry, cerca de París.
Cuando los nazis invadieron Francia era una situación extraña donde convivían los elementos más avanzados de la Cataluña derrotada, como Francesc Trabal, Joan Oliver o Armand O Armand Obiols, ambos procedían del grupo de Sabadell y se enamoraron hasta En distintos grados, no sólo emocionalmente, Rodoreda dividió a la comunidad hasta que empezaron a tener una relación con Obiols. Vivieron juntos en París, Ginebra y Viena.Desde 1940 obras de rodoreda Se desarrolla con la lentitud y paciencia de la Penélope de Homero.Resistió también los celos de su pareja, se unió a una organización internacional y, frustrado por su energía, la liberó con sonetos, pinturas y una curiosidad infinita que sería la preparación para dar rienda suelta a la prosa y regresar al escenario literario donde él había aparcado.
Tras la victoria de Franco, el Barcelona dejó de ser su equipo favorito. En 1949 volvió a visitarlo, y de esta manera al menos pudo acceder a los espacios reflejados en sus novelas maduras publicadas en los años 60, cuando tuvo que afrontar aún más rechazos a raíz de escribir en el exilio. Por eso no ganó. ¿Quién es ella que deslumbra a la gente del extranjero? ¿Por qué interferiría donde no la llamaron? Pudo hacerlo gracias a su amor inquebrantable por el catalán y porque estaba en la cima de su talento. La Plaza del Diamante o La calle de las Camelias no es en vano, como ocurre en El cuaderno gris de Josep Pla, Son tan buenos que trascienden la producción de libros local y nacional.abrazando la calidad europea.
El autor acepta el pésame del Ayuntamiento de Barcelona. archivo
En esta biografía, Ibarz establece hábilmente paralelismos. Los ecos kafkianos de Diamond Square, más tarde oscurecidos por la película homónima de 1982, no son accidentales, ya que La coincidencia del año 1966 tampoco fue arbitraria. Calle Camelia y Última tarde con Teresalos cuales tienen epicentros con marginalidades y periferias que complementan el universo no tan lejano.
Instinto muy humano
Los triunfos de rodoreda en los años sesenta se vieron, si cabe, reforzados aún más por el valioso apoyo del escritor y editor Joan Sales, Esta era una línea paralela a la cultura juvenil de la época. Proveniente de una trayectoria personal envidiable, independiente de tendencias. De hecho, esta cosecha sólo muestra cómo ella, Incluso ante la adversidad más severa, ella está destinada a convertirse en algo grande. avis raras. Quizás Montserrat Roig, para algunos de sus sucesores, lo entendió porque aspiraba a hacerse con algo de ese poder.
Hay que reconocer que en estas páginas Ibarz no necesita hacer hincapié en el feminismo. Porque es una escritora muy coherente y entiende perfectamente cómo Rodoreda practica esto desde su mandato en un campo hostil. La estancia otoñal de la escritora en un chalet de la localidad rumana de De La Selva (Girona) confirmó sus adicciones y fobias. Finalmente pudo acercarse a su cultura y a sus raíces de vida, pero optó por otro declive en el exilio.esta vez entre el entretenimiento y el deseo de acabar con Muerte y primavera, una novela que tiene la Guerra Civil como herida imborrable.
Como demuestra este maravilloso libro, Rodoreda no era sólo uno de esos perdedores que no estaban dispuestos a admitir la derrota y defender lo que era suyo. Algunos de sus relatos relatan los horrores de los campos de exterminio como si él mismo los hubiera sufrido. Sus instintos son ante todo muy humanos. Es muy humano consagrarlo y es urgente devolverlo a esta época. La objetividad no exime de la admiración lógica.