La semana pasada nos preguntábamos: ¿dónde estamos los dominicanos?
Comienza con una descripción aproximada del estado devastador de los problemas educativos de la nación. O lo mismo, los tormentosos niveles con los que ha crecido la profesión del pensamiento desde las aulas públicas y privadas de la nación.
Ministro de Educación Ángel Hernández y otros funcionarios.
No olvidemos que nuestra educación sintetiza la rígida imitación (e imposición ideológica) del pasado pedagógico positivista y, sobre todo, abandona la luz de Eugenio María de Hostos para sumergirse de lleno en las aguas bautismales de un clero pedagógico decadente, para tiempo, respectivamente, posteriormente beatificaron a los tres dictadores criollos Lilis, Trujillo y Balaguer.
Entre tropiezos y giros, la escuela actual lucha de nuevo con la «(pos)razón ilustrada» y vuelve a abrazar metodológica o epistemológicamente corrientes seculares atrasadas.
Porque aquí seguimos ‘enseñando cosas’, más que facilitar el pleno ejercicio de la mente, más que despertar la creatividad de nuestros niños y niñas, sobre todo en su fase más rica neuropedagógicamente, es decir, cuando los estímulos tempranos están presentes. Esto es así porque solo el 30% de los jóvenes dominicanos asisten a la escuela antes de los 4 años.
Todavía seguimos privilegiando la memoria primordial en detrimento de la reflexión crítica y el examen polémico. Por eso las escuelas no nos pedían que «guardáramos» datos en el hipocampo del cerebro (de la memoria), no del razonamiento. A partir de esta rigidez epistemológica, entre otras decepciones, se anuló la disposición científica, lo que produjo un desprecio por las matemáticas, y degeneró los oficios del lenguaje y la lectura.
Una comprensión clara de nuestra posición en PeriodistasdeGénero intelectual requiere una evaluación enfocada de los programas de anatomía de nuestras escuelas, donde durante casi dos siglos de vida republicana hemos sido humillados y lastrados por los peores males sociales.
Asumamos, entonces, en fragmentos muy generales pero descarnados, las duras y delineadas cifras que retratan esta abominable y residual realidad, y que el sistema político ha auspiciado y prolongado su vergonzosa historia de corresponsabilidad en el desarrollo de nuestra afanosa nación.
Conocer las estadísticas y las medidas que producen sus variables pueden calibrar la comprensión y el rendimiento comprensivo de nuestros alumnos, pero no siempre abarcan todas las herramientas cognitivas de otras habilidades, ya que algunos se sumergen en nuevos paisajes y esquivos temas sociales de la era, son vinculado a lo que De Souza Santos llama una «nueva ecología del conocimiento».
Sin embargo, no debemos olvidar que de todas las enfermedades que arruinan la fortuna de los dominicanos sintomáticos, este problema visceral es el más estudiado y diagnosticado.
En la Escuela Los Trez Brazos en Santo Domingo Este, la asistencia estudiantil fue baja debido a la violencia.
Hace apenas dos años (noviembre de 2021), nos informaron los resultados del Estudio Regional Comparativo e Interpretativo (ERCE 2019-2020), auspiciado por la UNESCO. Las medidas que incluyen República Dominicana son equivalentes al nivel de primaria (grados 3 y 6) y cubren 16 países de América Latina. Es bien sabido que la inversión en educación apenas alcanzaba el 2,0% del Producto Interno Bruto (PIB) hasta el año 2013, a partir de 2012 bajo la administración del expresidente Danilo Medina (2012-2020), en línea con el espíritu de la ley 66-97 , cumplir con las normas anteriores, la inversión máxima no es inferior al 4% del PIB. A partir de ese momento, los recursos se duplicaron, y los estudiantes que también procedían de esa conquista pasaron a ser conocidos como “los niños del 4%”.
ERCE evalúa las habilidades en lectura, escritura y matemáticas de niños y niñas de 9 a 12 años en los grados 3 y 6. Los resultados, aunque no sorprenden, son alucinantes y deprimentes. ¡En poco más de 7 años, con una inversión del 4% del PIB, o más de $20 mil millones, tenemos un verdadero desastre educativo!
Conclusiones: el 27% de los estudiantes de tercer grado tuvo dificultades para alcanzar un nivel mínimo de competencia (MCL), el porcentaje más bajo en toda la región de América Latina.
El 73% de nuestros alumnos obtuvo el peor desempeño.
Del mismo modo, 8 de cada 10 alumnos de 3º de Primaria tenían deficiencias en conocimientos básicos de aritmética y matemáticas elementales, con solo el 0,4 % de los alumnos en niveles óptimos.
Lamentablemente, de los 16 países estudiados, ¡nuestro país tiene el rendimiento más bajo en chino y matemáticas!
Entonces, con respecto al sexto grado, los resultados no podrían haber sido peores, ya que solo el 16.3 % de nuestros niños mostraban un nivel mínimo de alfabetización de manera inconsistente, mientras que el promedio del distrito era casi el doble que el nuestro, con un 30 %.
En matemáticas, la situación es aún más dramática y ensordecedora, ya que el 2,2% de los chicos de sexto grado lograron el NMC. Este rango equivale a… 8 veces menor que el promedio general de la región (17,4%).
En resumen, el 97.8% de los estudiantes dominicanos tuvieron severas dificultades para resolver problemas básicos de matemáticas o aritmética. Más del 77 por ciento de los niños y niñas de sexto grado estaban en o por debajo del peor nivel del distrito. Si nos fijamos en el renglón “Ciencias”, la ERCE insiste en que -lamentablemente- el 5,6% logra mostrar algún dominio básico, ya que el promedio regional es del 20,7%. Aquí, por providencia o por casualidad, superamos a un país por 0,3%. Nicaragua en la región alcanzó el 5,3%.
Al cierre de este número acaba de salir el Estudio Diagnóstico Nacional de Evaluación de mayo y junio de 2022, lo cual es un presagio o señal de extraños sucesos, pero esa será otra triste historia…