El Grupo Ferrovial de España, un potente conglomerado de construcción, ingeniería civil y gran logística, ha decidido trasladar su sede social a Holanda, renunciando a la personalidad jurídica nacional que ha mantenido desde su fundación en 1952. La deslocalización -en palabras de la empresa salvaría sus «raíces»- tiene un impacto negativo en la economía española y es problemática para el marco legal comunitario.
Los principios de libertad de establecimiento en Europa y las regulaciones de la UE permiten la transferencia de empresas, pero eso no significa que sea una decisión acertada. Los argumentos presentados en la SFC para el “proyecto conjunto de M&A” (inverso) de las dos principales empresas del grupo fueron confusos, incompletos o inexactos. El 82% de los ingresos, el 90% del capital, el 93% de los inversores están ubicados en el extranjero, y su objetivo de «alineamiento internacional» es en vano, porque la gran mayoría de las grandes empresas multinacionales han adquirido, por definición, su Presencia, facturas y una parte importante de los beneficios fuera del país de origen. Por eso son corporaciones multinacionales. En España, empresas como Banco Santander, BBVA, ACS, Abertis o Inditex presentan esta impronta.
Las afirmaciones de que la cotización en los Países Bajos «mejoró la internacionalización de Ferrovial» son infundadas, ya que sus actividades y rentabilidad ya son abrumadoramente internacionales. El hecho de que Holanda tenga una “calificación crediticia triple A” también es secundario para una empresa privada capaz de endeudarse en cualquier mercado, mientras que España presenta un riesgo país muy manejable gracias al BCE y sus ofertas de protección especial para instrumentos, anterior generación. El «marco legal estable» que también defiende Ferrovial es redundante con la posición de España, que España también ha demostrado de forma muy favorable. En cualquier caso, los directivos de Ferrovial asumieron implícitamente en el proceso que el escenario desestabilizador que vivía Cataluña unos años antes no era creíble. La idea tampoco es concluyente, y para cotizar en Estados Unidos, como pretende hacer la compañía, primero tiene que pasar por un período de transición en Amsterdam. Diferentes empresas del Ibex cotizan en la Bolsa de Valores de Nueva York en lugar del centro financiero holandés.
Los resultados del análisis pueden haber sido la razón más determinante para que esta decisión sean conjeturas de carácter fiscal. No porque los Países Bajos mantengan impuestos de sociedades nominalmente más bajos que España (25,8 % sobre un beneficio de 200.000 € frente al 25 %), que la empresa ya paga en la mayoría de los lugares fuera de España, sino porque se desnaturalizó mediante exenciones fiscales infladas, acercándola a la categoría de paraíso fiscal, especialmente en lo que se refiere a dividendos, y la posibilidad de triangulación con jurisdicciones exentas, paraísos fiscales.
De ser así, reafirma que el incentivo a bajar los impuestos distorsiona la competencia en los mercados internos de Europa hasta el punto de provocar una deslocalización artificial. Esta realidad es más preocupante que los comentarios críticos de carácter emocional o reputacional, más allá de su éxito. Trasladar el domicilio social fuera de España también excluiría de tributación a sus directivos, y nada de esto encaja con la trayectoria de una empresa en un país que contribuye a su crecimiento, especialmente con importantes recursos obtenidos a través de licitaciones. construcción pública. Una raíz sin ramas pierde mucho sentido.