Este domingo, la ola de dictaduras que se prepara para imponernos la infame amnistía se estrelló contra el espigón erigido en la plaza de Felipe II, el rey que decidió la capitalidad de Madrid.El escenario es nuevo, el formato es nuevo: ninguno Ni siquiera se trataba de una manifestación ni de un acto festivo, la multitud llenó los huecos de las reuniones a puerta cerrada y destrozó las calles alrededor del WiZink Center -O’Donnell, Alcalá, Goya, Conde de Penal- con la típica desorientación de la falta de costumbre.Otra cosa que un hombre ordenado nunca perdonaría Pedro Sánchez La están obligando a manifestarse. Los roles tradicionales se invierten: la izquierda insta al silencio ante los privilegios, mientras que la derecha sale a las calles para defender la igualdad. Al sanchismo le debemos otra revolución en psiquiatría.
Se trata de evitar el simbolismo negativo de Colón, que proporcionaría gratuitamente munición a las baterías sincronizadas de la izquierda poco imaginativa. Pero al mismo tiempo, también se trata de comunicar agravios horizontales en la clara abreviatura de un solo partido. Muchos padres han recibido llamadas telefónicas confusas. aznar llegar Ayuso Pasando por el cónclave de Génova pero allí no esperaba nadie Felipe alguien guerra Más que espiritualmente. Porque hablamos de un espíritu del 78 que lleva un camino imparable. Sabemos que Sánchez no tuvo abuelos y no los necesitó para reconstruir los cimientos de su cesarismo; fejoHoy, sin embargo, cuenta con cuatro, dos de ellos del Partido Socialista Obrero Español. «Asnar y Rajoy «Son los mejores recuerdos de España», afirmó el líder del Partido Popular, citando el pasado y el presente del partido, aunque según todos los pronósticos se negaba el futuro con su investidura.
«No se puede ver, no se puede oír, pero al menos no dirán que somos cuatro gatos», dijo un hombre con una chaqueta roja a 200 metros del escenario. Avanzar era imposible, como también lo era retroceder, por lo que el cronista tuvo que esconderse en una cafetería para poder escuchar los discursos en su teléfono móvil. La confesión de este señor resumió el propósito del testimonio que inspiró a los presentes: Pueden concedernos la amnistía, completar la traición e infligirnos cuatro años más de miseria constitucional, pero no pueden quitarnos el derecho a existir en un ataque de mal genio. “No tragamos más”, dijo Ayuso entre vítores, mostrando una capacidad única para conectar emocionalmente con su base de centroderecha sin tener que alzar la voz. «Este martes, Alberto Núñez Fejo se convertirá en la voz de la dignidad de cada español», afirmó la anfitriona, fiel a la acción decisiva de dedicar toda su riqueza política al candidato a la investidura. Siempre que Moncloa y sus bichos mediáticos se esfuerzan por promocionar a Ayuso en lugar de Feijóo, ella también se esfuerza por promocionar a Feijóo en lugar de Ayuso.
Los acentos andaluz, manchego y valenciano se mezclan en el barrio de Salamanca, el “barrio étnico”, diría yo. Raúl del Pozo– convirtiéndolo en un improbable cuartel general de un levantamiento ciudadano. Ningún orador fue tan eficaz como Aznar en aquella batalla. Nadie se enoja más en público que él. Si los motivos de la ira fueran realmente válidos, su discurso caería sobre el rebaño enojado como el rayo de Júpiter sobre la yesca. Si el Partido Popular robó la bandera de la igualdad al Partido Socialista de los Trabajadores con su base de rendición al partido de Waterloo Carlos, entonces el Madrid de 2023 robó el mito del republicanismo y no se lo pasó al Madrid de 1936. Los ciudadanos de esta democracia, al igual que los ciudadanos de aquella democracia, se niegan a perder sus atributos liberales y progresistas a manos de los golpistas. «Llaman a la impunidad remedio penal, como llaman diálogo al chantaje. ¿Desde cuándo una clase política tiene derecho a delinquir?», recuperó Rajoy el tono serio de su antecesor.
Feijóo habla y va de menos a más. La política popular era difícil para él, pero le gustara o no, en realidad encabezó un movimiento civil de millones de españoles movilizándose en autodefensa, no sólo como burocracia. Pareció entenderlo y alzó la voz: «En la Constitución española nadie es más importante que nadie. Aunque me cueste la presidencia, defenderé a España como una ciudadanía libre e igualitaria».
Nadie se hacía ilusiones sobre el resultado de la investidura. Pero Feijiao se marchará el domingo para convertirse en líder de todas las calles que Sánchez no quiere pisar.