Sede de la Oficina Española de Patentes y Marcas, ubicada en Madrid.

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Recientemente, se ha hablado mucho sobre la monetización de la tecnología. No cabe duda de que el potencial que ofrecen los avances en este campo puede ayudar a lograr grandes avances sociales y económicos en el complejo futuro que se avecina. Quizás el primer punto, para ayudar a aclarar el significado del concepto, es que los diversos significados definitivamente se usan simultáneamente.

En términos generales, monetizar la tecnología significa obtener recompensas financieras del progreso científico o tecnológico. Numerosos centros de investigación, universidades, empresas y por supuesto inventores o científicos avanzan día a día. Históricamente, al menos en mi país, siempre ha existido cierta desconexión entre el progreso científico/tecnológico y las recompensas económicas de quienes contribuyen a él o son sus agentes.

Una de las razones es la diferente ayuda financiera proporcionada por las entidades públicas en forma de subvenciones o similares. Su sistema de evaluación de los mencionados avances científicos se centra principalmente en la publicación de los citados resultados y el reconocimiento de estos resultados en su círculo cerrado de expertos, no teniendo en cuenta la rentabilidad económica. O, al menos hasta hace poco, así era, con las necesarias excepciones.

En definitiva, se diluye la participación de los propios agentes científicos en las recompensas económicas, mientras que aquellas empresas con mayor influencia en el mercado y capacidad de trasladar al mercado dichas innovaciones se benefician en gran medida de dichos avances. Pero si consiguiéramos que los centros de ciencia, las universidades o los propios inventores participaran más en las recompensas económicas, sin duda los efectos positivos se multiplicarían.

Debido al efecto pull, una mayor participación de las entidades tecnológicas en los resultados económicos de sus propias invenciones beneficiará sin duda a profesionales más cualificados y ambiciosos para desarrollar tecnologías futuras. Asimismo, una mayor participación facilitaría el flujo directo de más capital e inversión privada a los mejores hubs tecnológicos. En suma, los efectos catalizadores y aceleradores de los centros de producción de tecnología a favor de la monetización de la tecnología pueden movilizar capital privado que tradicionalmente ha estado alejado del entorno tecnológico.

¿Cómo podemos acelerar la monetización de la tecnología desde el centro de su creación? Crear derivadas es una forma, pero no la única. De hecho, cuando se constituye una spin-off, hasta que haya recibido la financiación económica necesaria para desarrollarla (normalmente capital riesgo o similar) o, lo que es más importante, hasta que se haya asegurado de que los usuarios de dicha tecnología están pagando efectivamente por ella, Esta tecnología puede considerarse ya monetizada.

Mi sugerencia es alentar a los centros tecnológicos, universidades, científicos e inventores a presentar más patentes. Las patentes son una forma de crear activos que pueden ser objeto de transacciones económicas como la concesión de licencias o la venta. A menudo, las patentes se consideran complejas, costosas y difíciles de monetizar. Por lo tanto, nuestra primera prioridad es publicar resultados científicos, sin más preámbulos.

Según los datos publicados por la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología, España ocupa el puesto 11 del mundo en cuanto al número de publicaciones científicas. Pero según la OMPI (Organización Mundial de la Propiedad Intelectual), ocupa el puesto 29 en número de solicitudes de patentes internacionales por millón de habitantes.

Para monetizar cualquier forma de tecnología, la existencia de una o más patentes sin duda ofrece un escenario más favorable. La Universidad de Columbia v. Norton Corporation ganó una demanda de $185 millones en una demanda por infracción de patente de tecnología de seguridad cibernética, y la Universidad de California (CalTech – Caltech) v. Broadcom y Apple Inc. son bien conocidos. , Caltech podría obtener más de $ 1 billón.

Estas prácticas benefician a las universidades, los centros tecnológicos ya la sociedad en general. Primero, las universidades protegen sus invenciones a través de patentes, protegiendo la propiedad intelectual y asegurando el reconocimiento y compensación adecuada por sus avances tecnológicos.

Los ingresos generados por la monetización de estas tecnologías pueden reinvertirse en futuras investigaciones, infraestructura y programas académicos de manera complementaria e independiente del sistema de apoyo público, fortaleciendo así el desarrollo tecnológico institucional.

Además, al monetizar la tecnología, las universidades promueven la transferencia de conocimientos y el espíritu empresarial, alentando a estudiantes, profesores y científicos a transformar sus ideas en productos y servicios comercializables. Esto contribuye a la creación de empleo, al crecimiento económico ya la solución de problemas sociales reales.

En definitiva, incentivar a las universidades y centros tecnológicos a patentar y monetizar sus tecnologías no solo fomenta la innovación y el progreso científico, sino que también aporta beneficios tangibles a las instituciones académicas y a la sociedad en general.

Rubén Bonet es presidente y director general de Fractus

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