Es extraordinario lo que nos llama la atención, lo que no estamos acostumbrados a ver. Pero nos acostumbramos a todo, incluso a lo extraordinario, y lo hacemos normal, y entonces, deja de llamarnos la atención. Esto sucede para bien o para mal. Tal vez cosas malas que nos han pasado antes. Tal vez sea un mecanismo de defensa en nuestro cerebro que lo hace más tolerable según lo que sucede en PeriodistasdeGénero. Cuando leemos noticias sobre desastres naturales, hambrunas, guerras en nuestras pantallas, esto lo enfatizamos aún más… Cuanto más lejos pase la noticia, mejor, cuanto más lejos nos sintamos de ella, más pronto nos acostumbraremos. Pero hay un hecho que nos preocupa mucho y, desafortunadamente, la mayoría de la gente no ve ese hecho desde la perspectiva de la víctima. Se trata de la inmigración. La mayoría se siente vulnerable y aterrorizada de que alguien venga a buscar un trabajo o viva de sus impuestos; mucho de eso es incendiario. La mayoría de la gente ni siquiera piensa en ponerse en el lugar de aquellos que huyen de casa, eligiendo un destino incierto que, por muy malo que sea, no puede ser peor que las condiciones dejadas atrás. Afortunadamente, algunas personas son inmunes a la forma en que están acostumbradas a tales eventos, y su empatía desencadena las respuestas necesarias para involucrarse en la solución en lugar de mirarla de manera diferente. Una de ellas es Paula Farias. Médicos, trabajadores humanitarios y especialmente narradores. La historia que hay que contar.
Su primera novela, Dejar ir, fue adaptada al cine por el director Fernando de Aranoa y ganó el Premio Goya al Mejor Guión Adaptado. Pi Piao es ya su cuarta novela, y como todas las anteriores, sigue siendo necesaria.
A través de sus páginas, seguiremos a tres marinos en una misión para mantener una farsa frente a la comunidad internacional. Los diseños de los hombres los llevan a lugares para los que nunca han sido considerados, ya que su mundo se limita a los trabajos de comida, y no va mucho más allá, y no cuestiona el destino que no sea el suyo. Estos diseños llevarán a otros a arriesgar su integridad y sus propias vidas en la búsqueda del futuro en lugar de un futuro mejor. Otros intentarán hacer posible el futuro tratando de hacer posible el futuro siguiendo siendo de los que encontrarán tantos obstáculos en la injusticia como en la absurda burocracia, en la medida de sus posibilidades.
La novela tiene pocos y breves diálogos y consta de reflexiones porque esa es la única manera de despertar la conciencia. Llena de emoción y sentimiento: el aburrimiento y el conformismo de Bricsio; la fantasía y la decepción de Jonas; la esperanza y la desesperación de Dilip y Rajit; el aburrimiento y la vergüenza de Mustapha; la generosidad y redención de Marcela. Ambos lados de la misma moneda nos golpean en la cara mientras sus mentes intentan crear una vida que no siempre coincide con la vida real. Es más fácil mentir que perder la esperanza cuando te das cuenta de que te han engañado y no quieres admitirlo.
Las vidas de los personajes de Drift Skin son piezas de un rompecabezas que encajan para formar un todo, ya que cada vida afecta al resto. Nombra cada capítulo con un sustantivo, verbo o adjetivo para definir lo que sucede en él. La prosa bellamente poética de Paula enciende nuestra conciencia, nos hace resentir vivir en un mundo como este, pero también nos deslumbra. Recogerás doscientas páginas de él, y no lo dejarás pasar hasta el final, porque querremos saber el destino de los protagonistas de distintos hilos narrativos.
Nos despierta la conciencia, nos hace ver a los que se ahogan en cualquier playa de Europa como algo más que una simple estadística, nos hace darnos cuenta de la desesperación de un hombre que decide abandonar su hogar en busca de él y su familia Una vida mejor donde nadie salga de casa por Placer. Y hay buenas personas que están dispuestas a renunciar a todos los aspectos de su vida por la vida de los demás.
Paula Farias aborda un tema tan peliagudo y delicado sin señalar con el dedo, no busca acusaciones, se apega a los hechos, porque PeriodistasdeGénero es así, y nosotros ya lo somos. Pero también hay intentos de mejorarlo.