Gran fiesta sueca del solsticio de invierno

Gran fiesta sueca del solsticio de inviernocarolina romero

Según la Constitución, España es una democracia social regida por el derecho, que promueve la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político como nobles valores. Esta expresión está profundamente arraigada en nuestro ordenamiento jurídico, incluidos los llamados derechos sociales, entre ellos las pensiones, que son herramientas que ayudan a reducir la desigualdad y preservar la dignidad humana. Aunque hubo poca mención al respecto en esta campaña, es necesario cambiar ese paradigma.

La acción activa del poder público debe señalar el camino hacia la justicia social. Además del compromiso de Núñez Fejo de garantizar la revalorización de las pensiones en consonancia con la evolución del Índice de Precios al Consumidor (IPC) y la propuesta del presidente Sánchez para hacer frente al déficit público de la Seguridad Social, el actual marco constitucional permitiría plantear alternativas para seguir una más sostenible Estas pensiones se proporcionan de forma continua. Entre los esquemas existentes, abogamos por adoptar el esquema sueco.

En España, por ejemplo, la esperanza de vida de los ciudadanos ha aumentado, en gran parte debido a las mejoras en la salud. Además de tener una de las tasas de reemplazo más altas, manteniendo una gran parte del poder adquisitivo de los pensionados, tenemos el plus de que los llamados Baby Boomers, la generación nacida entre 1960 y 1975, son los más numerosos. Ya ha comenzado a retirarse de su vida laboral y lo hará por completo a principios de la próxima década sin que una generación lo reemplace cuantitativamente.

Por ahora, este perfil demográfico significa que las cifras de pensión aumentarán gradualmente, poniendo más presión sobre los limitados recursos con los que cuenta la Seguridad Social. Año tras año, los pagos de pensiones siguen batiendo todos los récords. Las cifras publicadas por el Banco de España apuntan a que los 10 millones de pensiones que se pagan actualmente estarán más cerca de los 18 millones en 2050. En otras palabras, las cotizaciones a la Seguridad Social que han sido la base para financiar nuestras pensiones serán difíciles de reponer. Poder cubrir este gasto estatal hace inviable nuestro sistema actual. Nuestro sistema público de pensiones tiene un problema de sostenibilidad. Los principales partidos dicen que quieren mantener el sistema público.

Ante la creencia generalizada de que el futuro no permitirá mantener estas pensiones públicas, y la escasez de ideas alternativas mostradas en la campaña, los jóvenes españoles tendrán pensiones, pero si no implantamos pensiones adecuadas, las pensiones serán mucho más bajo. Cambios en el sistema actual. Las últimas reformas de pensiones implementadas por el gobierno no son suficientes, según Allif. A primera vista, la solución fácil es aumentar el número de afiliados a la seguridad social y hacer ajustes presupuestarios.

El aumento en el número de empresas afiliadas ha traído consigo un incremento en la contribución social. Pero nuestro programa nacional de empleo debe ser reexaminado para que estas nuevas generaciones puedan tener trabajos estables y contribuir a los principios de solidaridad intergeneracional. Asimismo, se deben tomar medidas para resolver el problema de la pirámide invertida, aumentar la natalidad de los jóvenes a través de más ayudas económicas y fiscales, guarderías gratuitas, etc… Menos atractivo, los ajustes presupuestarios aumentan las transferencias corrientes en el presupuesto y el saldo correspondiente Los aumentos de impuestos no son suficientes. No tiene sentido imponer una carga fiscal mayor a una población frustrada por otra crisis.

Cuando la administración pública es más eficiente, los ciudadanos están más dispuestos a contribuir. Se deben hacer esfuerzos para mejorar la gestión pública del actual sistema de pensiones, y una buena solución es implementar un sistema similar al sistema de cuentas nominales sueco en nuestro país. Esta es una solución intermedia, lejos de la capitalización total, con una pensión básica igual al 40% del último salario percibido, financiada a través de impuestos. Por otra parte, cada trabajador aportaría año tras año a una cuenta personal pública, que se revalorizaría con intereses nocionales. Al momento de la jubilación, el Estado calculará la renta vitalicia según la fórmula actuarial en base al monto total de las cotizaciones. La pensión que recibe el beneficiario consiste en la pensión básica más un 30%-40% adicional de la cuenta nominal (renta vitalicia).

Esta es una alternativa al sistema actual, y la adición de productos financieros de ahorro complementarios a este sistema hará que nuestra jubilación sea más segura y abundante en el futuro. Antes de que sea demasiado tarde, echemos un vistazo a Suecia.

Jorge Martín Palomino es abogado y economista.colaboradora de agenda publica

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