La petición del Gobierno de formalizar las tres lenguas en Bruselas se enfrenta a muchas complicaciones
El camino para añadir el catalán, el gallego y el euskera a la lista de lenguas oficiales de la UE está plagado de obstáculos. Medir con precisión el consenso de los 27 estados miembros requerirá cambios en las regulaciones y plantea la pregunta de cómo se pagará el billete de un millón de dólares. De completarse, España seguiría teniendo cuatro lenguas en las instituciones europeas, mientras que el luxemburgués, lengua oficial del Gran Ducado, ni siquiera tendría tal estatus.
Los temas lingüísticos son temas muy sensibles en el capital comunitario. En 2005, España e Italia se pelearon después de que la Comisión Europea decidiera reducir las traducciones. Interpretaron el movimiento como un triunfo de la hegemonía trilingüe inglesa, francesa y alemana que imperaba en la región de Schuman. Doce años después, el comisario francés Pierre Moscovici se jactó de que el francés se convertiría en el idioma oficial de la Unión Europea después del Brexit.
Con la desaparición de Gran Bretaña, el inglés sigue siendo uno de los 24 idiomas oficiales de la comunidad. El idioma de Shakespeare es también el idioma nacional de Malta e Irlanda. Para eliminarlo e incorporar nuevas disposiciones, es necesario reformar el Reglamento nº 1/58 con el apoyo de otros socios europeos.
idioma nacional
¿Cuáles son los precedentes? La propuesta del Gobierno español en funciones perfila un caso inédito en la UE desde varios ángulos. La construcción de la Torre de Babel comenzó en Bruselas en 1958 en cuatro idiomas (francés, alemán, italiano y holandés). El resto se ha ido incorporando paulatinamente a medida que los países se van incorporando al grupo comunitario. La única excepción es el irlandés, que no se estudió después de la adhesión de Dublín en 1973, sino en 2005. Aunque el gaélico no obtuvo el estatus completo hasta el año pasado debido a la falta de recursos.
El irlandés, como el maltés, es un idioma nacional, no un idioma regional. La petición española es, por tanto, un caso especial. Según la Comisión Europea, en toda la Unión Europea se hablan alrededor de 60 lenguas minoritarias y regionales. La incorporación de algunos de estos podría abrir una poco apetecible caja de Pandora de Europa en muchas capitales. Países como Francia no están interesados en el efecto rebote. El presidente francés, Emmanuel Macron, ha luchado por defender la supremacía francesa. Hace unos años, de paso por Córcega, zanjó el debate sobre las aspiraciones oficiales comunes de los corsos: «Solo hay una lengua oficial, que es el depósito de nuestra nación».
Según el artículo 342 del Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea, la inclusión de tres lenguas oficiales comunes en España requiere la aprobación por unanimidad. Y puede convertirse en un comercializador en el juego tradicional de interés nacional. «Todo en la UE se negocia. Nada es gratis. Algunos países absolutamente pueden pedirle a España concesiones en pesca, agricultura, energía, transporte o citas», tuiteó Diego Canga. En la aventura, trabajaba como abogado del servicio jurídico de la Consejo Europeo y ahora dirige el Partido Popular en Asturias. .
La primera medición de temperatura entre las 27 personas se llevará a cabo en la reunión de asuntos generales del 19 de septiembre. España, que ostenta la presidencia rotatoria del Consejo de Seguridad, espera hacer de este uno de los intensos debates de la reunión.
veinticuatro
¿Quién paga por el nuevo idioma? Los 24 idiomas oficiales permiten un total de 552 combinaciones posibles. La interpretación simultánea de plenos, ruedas de prensa o la traducción de cientos de miles de documentos hacen de la Unión Europea la meca de los intérpretes. Proyectos Comunitarios es la organización internacional con más idiomas oficiales, cuatro veces más que Naciones Unidas. Pero esto a su vez requiere un gran esfuerzo financiero. En 2012, la Comisión Europea cuantificó el coste total de traducción e interpretación en alrededor de 1.000 millones de euros al año. Si la petición de España prospera, el país deberá asumir la mayor parte de las facturas relacionadas con los tres nuevos idiomas.
Además de los desafíos no despreciables del consenso y las cargas financieras, existen desafíos logísticos adicionales. Irlanda tardó 17 años en declarar el irlandés como lengua oficial de la Unión Europea. ¿razón? La escasez de personal cualificado ante lenguas con menos de 100.000 hablantes nativos, aunque en menor escala, puede replicarse en catalán, gallego y euskera.
Finalmente está el marco europeo. La presidencia española de la UE se inicia con el telón de fondo de los actos preelectorales. El segundo mes está llegando a su fin en complejas negociaciones para formar gobierno. España está angustiada, centrándose más en Madrid que en Bruselas, lo que podría dañar su imagen en la capital comunitaria y retrasar la resolución de asuntos pendientes. El hecho de que el debate nacional se haya trasladado al nivel comunitario no es un buen punto de partida.