En la pantalla, una generación estudia en la recién inaugurada nueva Universidad Complutense de Madrid. El antiguo, iniciado por Alfonso XIII, fue completamente destruido durante las revueltas contra el gobierno republicano. Pero en 1958, estudiaban allí hombres y mujeres como Sebas y Andrea que recién comenzaban a estudiar filosofía y letras. El Arco de Moncloa pasó a ser conocido como Arco de la Victoria porque fue erigido para conmemorar la entrada de las tropas franquistas en Madrid el 1 de abril, que se convirtió en fiesta nacional. Todo esto respira en la pantalla, pero es invisible. Elias Leon Ciminiani (52), director del cortometraje Arquitectura de la emoción 1959, nos conduce de la mano de sus protagonistas mientras tardan mucho en entrar en contacto. Nos hizo caminar por la ciudad, una ciudad que se puede recorrer a pie o deteniéndose en un banco en la calle. No debemos dar esto último por sentado, y muestra que, como la película misma, el progreso no es una línea recta.
En el año de la reaparición de la película, 1959, se inauguró El Valle de los Caídos (conocido como Valle de Cuelgamuros a partir de 2022). El régimen hizo sonar porque la resistencia antifranquista ha empezado a hacerlo en las aulas universitarias. El protagonista de este cortometraje sí. Uno, Andrea, está lleno de entusiasmo. El otro, Sebastián, fue cuidadoso. Ambos pertenecen a dos zonas casi opuestas de la misma ciudad. Sin embargo, vivían en una casa diseñada por el mismo arquitecto: Secundino Zuazo.
Dibujo de Zuazo de 1948 de viviendas para empleados de la EMT.
Nacido en Bilbao, Zuazo fue un internacionalista que recorrió el mundo antes de incorporar poco a poco el racionalismo a su obra. Conoció la modernidad de primera mano. Pero, como veterano del madrileño barrio de los Jerónimos, sabe cómo introducir poco a poco la desnudez moderna. En 1922 finalizó un edificio en lo que entonces era la calle Lealtad. Esa es la notaría donde vive Andrea, la protagonista de la película. La sede de la Fundación Antonio Maura se ubica ahora en dicho edificio, ahora conocido como Calle Antonio Maura, 16. Pero León Siminiani colocó allí a una hija de la burguesía que se convirtió en manifestante durante su vida universitaria.
Fue Andrea quien se desnudó frente a Sebas quien se quedó paralizado frente a ella. León Siminiani dibujó la escena donde cae la ropa. Al igual que las ventanas, los bancos y los umbrales de esta película, son los objetos, los detalles, no los actores, los que desarrollan la trama.
Sebastian tuvo dificultades para llevar a Andrea a donde vivía. Casa que el propio Zuazo construyó en 1948 para los empleados de la EMT. No sabemos dónde vivía Sebas, pero esas casas eran sociales. La casa de su familia mide 50 metros de largo y probablemente sea tan grande como la sala de estar de Andrea. Ni Andrea ni Sebas sabían quién era Secundino Zuazo. Solo viven en su propia casa.
Cartel de la película «Arquitectura de la emoción, 1959» de León Siminiani
La película revela la vergüenza de clase y la culpa burguesa en el encuentro de dos jóvenes. También se ve en el corto plazo la libertad que el poder arriesgar teniendo dinero y la prudencia, o el miedo, confiere a los que no tienen dinero. En cualquier caso, el mismo arquitecto, Zuazo, vinculó a los protagonistas al eje. Cuando fue objeto de represalias como arquitecto de la República, contó su historia, que coincidió con la suya. Zuazo introdujo el racionalismo asimilándolo. La Casa de las Flores (1931) de Pablo Neruda es sin duda su obra más famosa. Hoy en día, es un bien de valor cultural. En 1933, Zuazo presentó los Nuevos Ministerios. Luego sufrió el ostracismo en Canarias.
“La arquitectura, quizás, tiene algo que ver”, concluye León Siminiani, director, guionista y narrador de Arquitectura emocional 1959. Lo cierto es que los edificios de Zuazo —desde la vivienda burguesa hasta la conservación del eje oficial del distrito, pasando por Castellana hasta el desarrollo del norte de la ciudad— lo vio todo. Esto queda por decir.