Las esperanzas de meses atrás parecen hoy enterradas en Buenaventura, el principal puerto marítimo de Colombia. El Laboratorio de Paz, anunciado por el gobierno a fines de 2022, tenía como objetivo iniciar negociaciones con las pandillas que operan en la ciudad para un desmantelamiento pacífico, pero fracasó debido a un aumento de la violencia. A finales del año pasado se gestionó una tregua entre las principales bandas de la región, Los Shottas y Los Espartanos, para evitar muertes violentas, pero en los últimos meses ha habido nuevos homicidios, enfrentamientos y el surgimiento de nuevos militantes. Algunas pandillas han sido reemplazadas por otras que aterrorizan y encarcelan a la gente mientras llaman al ejército. En un video que circula en las redes sociales, el delincuente armado advirtió: “Los defenderemos con nuestra vida. Los defenderemos a sangre y fuego”.
Antes de asumir, Petro dijo que pretendía priorizar el diálogo para encontrar una solución coherente al conflicto. Ha bautizado su iniciativa con el nombre de «paz total», aunque recientemente dijo que los medios habían inventado el término, y prometió que su gobierno crearía las condiciones para grupos ilegales de todo tipo. Haz justicia y depone las armas. Las preocupaciones y preguntas, en particular con respecto a los criterios de selección de estructuras que podrían beneficiarse de la propuesta, no se interpusieron en el camino de la aprobación por parte del Congreso de la Ley 2272, que estableció el marco legal para que estas negociaciones procedieran.
En octubre pasado, tras la intervención de la Diócesis de Buenaventura y el Comité de Acción Comunal local, Los Ciotas y Los Espartanos acordaron una moratoria de los enfrentamientos. La decisión fue interpretada como una expresión de sinceridad por parte de ambos grupos de que estaban interesados en trabajar juntos para encontrar la paz. Y, al principio, todo parecía estar bien. El propio Petro celebró los 85 días consecutivos sin homicidios de la ciudad en diciembre y agregó que el perfil de seguridad de la ciudad era positivo en comparación con «muchas ciudades de los Estados Unidos».
Sin embargo, la aparente calma se diluyó por completo en abril cuando se repitieron tiroteos entre pandilleros en distintas comunas del puerto. Todo apunta a la desaparición y posible muerte de Super, uno de los portavoces de Los Shottas en las negociaciones con el gobierno, punto de inflexión en el estallido de la violencia. La Oficina del Alto Comisionado para la Paz se refirió a los hechos en un comunicado, expresando su solidaridad con las familias de los pandilleros y llamando a «volver al ambiente de tranquilidad y confianza que la ciudad ha logrado en los últimos meses». . En cualquier caso, la situación se ha ido de las manos.
La gota que colmó el vaso fue un vídeo que circula en las redes sociales desde esta semana, en el que se puede ver a una decena de hombres armados y encapuchados. «Los defenderemos con nuestra vida. Los defenderemos a sangre y fuego. Jalisco no existe aquí, Jalisco está en México. ¡Somos Buenaventura!», dijo el hombre. De acuerdo con información preliminar, se trata de integrantes de Los Roberts que estarían amenazando a la pandilla Jalisco, la cual está en connivencia con el Cártel Jalisco Nueva Generación en México. Se trata de dos nuevos grupos armados, distintos a Los Shottas y Los Espartanos, que luchan por territorios ya en disputa en la región.