Después de visitar Arco durante varios años seguidos, la idea de que la historia se repitiera como una espiral empezó a dar vueltas en mi cabeza. Con una sensación de déjà vu, el tiempo se detuvo. El desenvolvimiento se para en la alfombra, con algunas piezas recurrentes; las algarabías a todo trapo creando con sus susurros una vorágine multitudinaria; la polémica siempre saltante, acaparando los protagonismos y los titulares. Sin embargo, lo cierto es que nada es constante. Cada vez, no solo se desarrolla la feria de arte en sí, sino también el ecosistema del arte. Muestras confiables provienen de la participación latinoamericana. Con el tiempo, el foco en los creadores, galeristas y coleccionistas de la región ha posicionado a Arco como el vínculo más fuerte entre la escena artística de ambos lados del Atlántico.
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Hace algún tiempo, el espectáculo giró hacia América Latina. Teniendo en cuenta la correspondencia, este es un movimiento lógico. Este regreso a la relativa normalidad en 2022 contó con la participación de 24 galerías de Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Cuba, Guatemala, México, Perú y Uruguay (185 de 30 países en total). No fue el año de mayor engagement (por ejemplo, en 2017 sumaron 41 personas de un total de 200), pero el número es indicativo de interés. Varias ediciones cuentan con países latinoamericanos como invitados especiales: Perú en 2019; Argentina en 2017; Colombia en 2015; Brasil en 2008; México en 2005. Chile rechazó una propuesta para convertirse en un país destacado en 2021 debido a la inestabilidad política.
A menudo también hay espacios curados fijos que se enfocan en las artes de estas dimensiones. En esta edición, ocho galerías y nueve artistas latinoamericanos emergentes presentan su trabajo en la sección Never the Same, curada por Manuela Moscoso y Mariano Mayer. “Todas estas acciones fortalecen el diálogo”, dice la curadora colombiana Catalina Lozano, quien ha estado involucrada en proyectos curatoriales en la sección de diálogo de la feria durante muchos años. “Arco es el más representativo de América Latina en Europa, y las galerías siempre son bienvenidas aquí”.
Para la curadora ecuatoriana Pili Estrada, este año, junto a Lozano, como jurado del Premio Illy, el interés que ha mostrado en crear la región beneficia el ascenso de América Latina en los consejos de arte globales. “Arco siempre ha sido la obra más relevante”, comentó. El enfoque en estos países también ha llevado a algunas galerías a mudarse a Europa, que ahora ve el arte latinoamericano como «algo propio». Hace años que el colombiano Fernando Pradilla abrió un espacio en Madrid que lleva su nombre (en Bogotá dirige el museo El Museo), y poco a poco se bajan del avión otros, como los brasileños Mendes Wood y Jacqueline Martins, ambos con sucursales en Bruselas. “En la sección curatorial se eligieron proyectos enfocados a muy largo plazo, que son galerías que comienzan a trabajar con artistas jóvenes y crecen con ellos”, agregó la curadora. Según explica, esto se traduce en la evolución de la escena creativa que se solidifica con el tiempo.
La obra de Jonathas de Andrade se exhibe en la Galería Continua de La Habana, en la sección Nunca lo mismo del Arco.
Fernando Villar (EFE)
El proyecto guatemalteco Ultravioleta participó en el segmento Nunca lo Mismo, obra concebida exclusivamente para Arco por el emergente artista argentino Eduardo Navarro. No es una galería al uso, sino como explica la comisaria y colaboradora del proyecto Cristina Rodríguez, “una plataforma creada por artistas y para artistas”. “Sin el apoyo del Estado aparecieron primero proyectos independientes en lugares que buscaban crear espacios para la creatividad y la contemplación”, agregó. Tras asistir al Arco «67», el responsable del espacio, Stefan Benchoam, dejó claro que «la feria es el puente más fuerte entre América Latina y Europa». Destaca un dato importante: no sólo tienen cabida, sino que son tenidos en cuenta. Esto es lo que hace la diferencia. “Hay interés en escuchar las propuestas de América Latina y atender desde allí las inquietudes”.
El mundo está integrado en un entorno único e interconectado, pero quedan sitios históricos de diferentes países y regiones. Catalina Lozano llama a estos rasgos «su propio árbol genealógico». Los problemas que definen el momento actual son comunes, pero América Latina los aborda desde un ángulo específico. Vea esto en el trabajo de Wynnie Mynerva, por ejemplo. A través de su polémico video Close to Open, en el que documenta una operación para coser su vagina, la peruana aborda un tema que domina el debate mundial: la identidad de género. Su entorno de mujer latina, criada en lo que ella misma define como de «violencia» y «misoginia», aporta notas disonantes en el discurso que desarrolla sobre la libertad y la lucha por los derechos individuales. Esta particularidad es también una de las reflexiones de los artistas que han optado por participar en Never the Same, abordando el tema global de la emergencia climática desde una perspectiva local. Uno de los creadores, el chileno Rodrigo Arteaga, representado por la Galería AFA de Santiago, habló sobre temas como “el monocultivo y la hiperindustrialización del campo” que han afectado a su región de Valparaíso, pero que pueden generalizarse a muchas otras regiones del planeta. .
Tal y como reconoce el responsable del espacio consultado, el interés de los coleccionistas europeos suele estar a su favor por Arco. Lo mismo ocurre con los latinos, que tienen una sólida presencia en Madrid estos días. Por eso, muchas galerías que no pudieron viajar el año pasado por la pandemia acogieron con agrado la opción que se les ofreció de exhibir su obra en una sección bautizada como “remitente”. “Creo que esta edición tiene un espíritu de celebración, porque significa volver a dialogar con el público europeo, a encontrarnos con curadores y coleccionistas”, dijo Santiago Gasquet, director de Piedras Argentina.Los espacios latinoamericanos están todos a muy buen nivel. son muy representativas de la región”, agregó Alessandra Morales, Directora de Crisis Perú. Concluyó: «Al traer artistas que no se exhibían mucho, también teníamos muchas expectativas de ventas: había mucha curiosidad por ver lo que América Latina había logrado».
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