La verdadera necesidad de virtud en Sánchez y Puigdemont no tiene nada que ver con un imaginario acercamiento entre españoles
Han pasado 2.348 días desde que los españoles se reconciliaron. El 2 de octubre de 2017, la mayoría de los ciudadanos del estado se fueron a dormir sin saber qué pasaría con su país al día siguiente. 3 de octubre, Felipe VI impuesto al gobierno
Han pasado 2.348 días desde que los españoles se reconciliaron. El 2 de octubre de 2017, la mayoría de los ciudadanos del estado se fueron a dormir sin saber qué pasaría con su país al día siguiente. 3 de octubre, Felipe VI impuesto al gobiernoMariano Rajoy Está dispuesto a abordar todas estas cuestiones, refutar la insubordinación del Gobierno autonómico catalán y despejar cualquier duda sobre el futuro del Estado de derecho. El rey realizó así la más delicada de las tareas, dando sentido a su cargo, pero que no aparece en ningún artículo: generar certeza a partir de la inestabilidad.
Esta conciliación sólo es posible porque es para todos, no sólo para un determinado sector. Se podría argumentar que una restauración simbólica de la legitimidad no coincide necesariamente con una normalización de las calles. Pero los adjetivos que debemos utilizar para describir lo que hizo el rey en aquel discurso no hacen referencia a nada exagerado. No sólo es histórico, sino también eficaz. A las pocas horas, la gente se ocupaba de sus asuntos.
Felipe VI cristalizó el contenido de la actuación de un reducido número de funcionarios públicos -juristas y policías- frente a los intentos de la elite política y administrativa de socavar la unidad del país. A partir del 3 de octubre, los ciudadanos catalanes siguen disfrutando de un sentimiento de pertenencia a la UE; sus empresas necesitan acceso al mercado único y sus gobiernos locales necesitan apoyo estatal para evitar la quiebra. De hecho, en ciertos momentos las tensiones eran tan altas que los tribunales decidían sobre la clasificación penal.
Pero la cuestión que afecta a la política actual es cómo está cayendo la montaña de populismo y xenofobia a la que los partidos independentistas han arrastrado a sus cuadros y ha caído parte de la población. Una facción en torno a ERC caminó descalza por el terreno rocoso de la justicia y pagó el precio. La otra prefirió permanecer en la montaña hasta que estuviera lista una pista de aterrizaje para cubrir su fracaso.
La armonía a la que solemnemente se refiere es sólo un contrato no desaparecido entre el Partido Socialista de los Trabajadores y el Ejército Unido.necesidades reales y Pedro Sánchez y Carlos Puigdemont Consideraron que la virtud era relevante para la supervivencia de los partidos políticos y la preservación del poder entre las élites. La reconciliación entre los españoles no es nada imaginaria, viven en un estado de total normalidad, salvo cientos de personas que no acatan la justicia, y el Estado puede tratarlos con mayor o menos generosidad de muchas maneras.
Para Puigdemont la concordia no es ir a la cárcel sin expresar arrepentimiento. Para Sánchez, el acuerdo consiste en permitir al PSC ganar las elecciones autonómicas en unos meses, lo que le permitiría arrebatar al rey el título de sepulturero del incidente de 2017.
Era poco probable que los líderes que huyeron a Waterloo utilizaran el indulto para restaurar la independencia unilateral. Ni siquiera los separatistas son tan estúpidos. Su victoria iba a transformar el fallido proceso catalán en uno español. La degradación de la democracia es un medio para lograr un fin. La amnistía es sólo un objetivo volador.