Alay, Boye, Buch, Escolà: cuatro apellidos dejan en el limbo la ceremonia de investidura

Los contornos de una futura ley de amnistía continúan marcando las etapas finales de las negociaciones entre el Partido Socialista de los Trabajadores y el Consejo Conjunto. El partido de Carles Puigdemont buscó la máxima amnistía hasta el final, asegurando beneficios para su círculo más cercano. El expresidente cree que el independentismo es víctima del derecho estatal, término legal que se refiere al uso tortuoso de la justicia para debilitar a los opositores políticos. Por ello, Junts cree que aunque algunas de las causas judiciales iniciadas contra líderes separatistas después del 1 de octubre no están directamente vinculadas a este proceso (en algunos casos, el vínculo es remoto o inexistente), sí deberían estar cubiertas por la amnistía. En estas circunstancias surgieron cuatro nombres propios que dejaron pendiente el acto de entrega: Josep Luis Allais, Gonzalo Boy, Mikel Buch y Luis Escola.

El enfoque de Junts es difícil de aceptar para el PSOE porque plantea cuestiones técnicas y jurídicas. El proyecto de amnistía no se dirige a personas o causas concretas, sino a delitos de carácter político relacionados con el proceso independentista. La insistencia de los neointegracionistas en una mayor claridad sobre los beneficiarios finalmente enfureció a Esquerra, que también argumentó que las razones de los «resultados post-1-O son la ley», pero estaba comprometido con una ley que no fuera «ni arbitraria ni «ambigua». ”, afirmó el lunes Marta Rovira, secretaria general de la organización. Rovira -uno de los beneficiarios más visibles de la amnistía- insistió en que el texto aprobado debe ser lo suficientemente sólido como para superar los desafíos que enfrenta.

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La portavoz de ERC, Raquel Sans, fue aún más clara: «Son los hechos, no las personas, los que requieren amnistía». El texto acordado entre los republicanos y el Partido Socialista Obrero Español incluye acciones relacionadas con «promover la independencia» y «apoyar a quienes están sujetos a «represalias» fórmulas universales, que creían que proporcionaban refugio a estas personas. Pero Junts quería profundizar más en el detalle, así que fue difícil. «La prioridad de la ley es duradera, tiene implicaciones políticas y jurídicas. Una ley que sólo concede amnistía a quienes apoyan la independencia es insostenible», aceptó la dirección republicana.

Además de la necesidad de construir un perfil político frente a Esquerra, también es una cuestión personal de Puigdemont. Tres hombres de su entorno más cercano se vieron inmersos en un proceso judicial que difícilmente hubiera podido incorporarse a un proceso independiente sin la plena aceptación de los tratados jurídicos. El caso más representativo es el de Josep Lluís Alay, amigo personal del expresidente y jefe de la oficina en Waterloo (Bélgica). Allais está imputado en tres causas judiciales: Voloh, que investiga la financiación del 1-O; Tsunami, que investiga las protestas violentas contra la condena de los líderes del proceso y, la más importante, la investigación sobre el uso de fondos públicos para visitar Nueva Caledonia. Niya era sospechosa de malversación de fondos públicos.

Su abogado, Gonzalo Boye, que lleva años con él desde que huyó a Bruselas, tiene un caso aún menos acorde con los hechos del 1-O. El abogado participó ayer en el debate con un mensaje en la red social X, donde abogó abiertamente por la inclusión de la ley en la amnistía. «No por el nombre, sino por su importancia política para España», ha apuntado. Boyer está acusado de blanquear dinero del narcotraficante Sito Miñanco, delito que no tiene relevancia en el proceso salvo que se concluya que la investigación se construyó para atrapar al abogado únicamente por su papel de defensor de la identidad de Puigdemont. Otro «amigo» y «patriota» (como él mismo lo definió) fue Lluís Escolà, sargento de los Mossos d'Esquadra, que le ayudó a huir a Bélgica. Escola fue condenado a cuatro años de prisión por malversación de fondos públicos actuando como guardaespaldas de Puigdemont. En el mismo caso, el exconsultor Miquel Buch, cuarto y apellido en la lista de Discord, fue condenado a cuatro años y medio de prisión.

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