Por un flanco, las tribus urbanas se aceleraron. Por otro flanco un ejemplar de Christophe Bouton, The Acceleration of History. Empecemos por los de la tribu, otra vez estresados por la desliz de tiempo, ya los que me da pena porque nunca parecen poseer disfrutado de los momentos de advertencia que tuvieron las generaciones anteriores. Eso sí, esos preciosos instantes los pusieron a prueba los acelerados en los meses de puro y duro confinamiento, y parece que en caudillo no les atraían demasiado.
Ahora a los acelerados, aunque la pandemia sigue aquí, los tenemos de envés, desesperados, familias enteras en exploración de comedores, grupos salvajes sin mascarillas y con comportamiento resuelta pero por interiormente deambulando nerviosos por las calles restauradas, los delatan que se sienten más cómodo cuando todo conduce al estrés. Ya no piensan en la pandemia y siquiera piensan demasiado en Ucrania. Las televisiones, los medios de comunicación, les están robando información cada vez con anciano celeridad y han sustituido estos “temas gastados” por la viruela (o el matalauva, se desconoce) del macaco.
En The Acceleration of History, Christophe Bouton –un autor que nunca ha sido traducido por nosotros y por lo tanto está distraído de la feria, donde ya se sabe que siempre desliz cierto– ensaya una nueva envés de tuerca a su anciano preparado: cuestionar la supuesta inevitabilidad. de las relaciones la ideología de la necesidad de nuestro tiempo. ¿Son estas relaciones efectivamente inevitables? ¿No hay diferentes perspectivas sobre el tiempo desesperadamente agitado en el que parece que nos estamos lanzando, el tiempo que se extiende desde la Ilustración hasta la nueva época geológica en la que suponemos poseer entrado?
En las últimas décadas, dice Bouton, hay consenso en que los mercancía destructivos de la actividad humana sobre el planeta se han acelerado espectacularmente, pero menos se dice que en esta catástrofe acelerada hay un raro revés que debería ser posible revertir: la naturaleza se encuentra historizada. e incluso regalado un final horrible, mientras que la historia, que siempre ha sido el motivo del cambio, parece extrañamente estancada. Y Bouton se pregunta si efectivamente estamos viviendo en la era de la precipitación caudillo, o si deberíamos asomar a desafiar este concepto de historia estancada y retornar a la reevaluación del pasado, la restauración fundamental de la memoria, o el espíritu de utopía que siempre saludó a los teledirigidos. funerales
¿Otras posibles formas de resistor? Hacerse cargo la figura del flâneur, el flâneur, lo casual en la columna clásica de Baudelaire significó para Walter Benjamin una protesta contra la precipitación. Ya se sabe que en cuanto Víctor Hugo se puso en el motivo de la multitud como ciudadano, Baudelaire se distanció de ella como héroe. Y es, o me parece, congruo extraño ver la evidencia de que Benjamin, aunque nunca escribió con prisas en sus trivio, tenía el don de anticiparse a todo.
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