Este domingo, los brasileños decidirán el rumbo político de la mayor potencia de América Latina. Algunas elecciones decisivas, encabezadas por el expresidente Lula da Silva y el actual presidente Jair Bolsonaro, incluyen la formación de la Cámara de Representantes, un tercio de los senadores y todos los gobernadores y asambleas de los estados. Hace más de un año, el presidente Bolsonaro lanzó una campaña para poner en duda la seguridad del sistema de votación, que se infiltró en algunos brasileños y le dio a las urnas electrónicas un papel sin precedentes. Los enfrentamientos entre el presidente y el alto tribunal electoral alcanzaron un punto álgido dos días antes de las elecciones. Las autoridades electorales acusaron al partido de Bolsonaro, el Partido Liberal, de elaborar un informe sobre la seguridad electoral plagado de «mentiras y mentiras». Mientras tanto, la corte recibió observadores internacionales el jueves, y Bolsonaro bromeó: «Observación, ¿qué?»
Los 156 millones de votantes deben ingresar cinco conjuntos de números, uno para cada candidato, y cuando ven la foto de su político, presionan un botón verde para confirmar su elección. Brasil abandonó las papeletas hace 25 años e inició la tendencia tecnológica implementando urnas electrónicas. El objetivo era terminar con el fraude persistente de esa época y aumentar la accesibilidad, ya que millones de votantes analfabetos podían votar sin dificultad. Además, solo un sistema así podría permitir que un país continental de 8,5 millones de kilómetros cuadrados y más de 200 millones de habitantes completara las estadísticas en minutos.
Hasta hace poco, las máquinas eran motivo de orgullo nacional, pero Bolsonaro ha insistido en desafiar el voto electrónico, convirtiendo a las urnas en uno de los campos de batalla en estas elecciones. Para calmar las cosas, el departamento de justicia electoral de Brasil creó una nueva comisión de transparencia, multiplicó por seis el número de urnas analizadas el día de las elecciones y decidió hace unas semanas implementar un último paso adicional para demostrar la seguridad de esas pruebas. Estas medidas se suman a las ya adoptadas para garantizar la solidez y transparencia de las urnas. El Tribunal Supremo Electoral (TSE) actualiza sus procedimientos cada dos años, incluso cuestionando los intentos de hackers de comprometer el sistema. El objetivo es mantenerse a la vanguardia de la tecnología y mantener una tradición de 25 años libre de fraude.
¿Qué es una urna electrónica?
La urna es la computadora. A diferencia de una computadora portátil o computadora personal, no puede conectarse a ninguna red, a Internet, ni a ninguna otra computadora o teléfono móvil; fue inventado para que no pueda. Funciona combinando componentes físicos y procedimientos desarrollados por técnicos del TSE específicamente para las elecciones. Los únicos cables conectados a la caja son cables de fibra óptica. Pero en caso de un corte de energía, sigue funcionando: cada batería dura unas 10 horas, suficiente para funcionar un día completo de elecciones en todos los rincones de Brasil.
Aunque la urna tiene casi la misma apariencia desde su creación, hay nuevas actualizaciones en los componentes electrónicos y procedimientos de cada modelo. Cada elección (dos años entre presidenciales y municipales) se resetea: los 300 técnicos del TSE reescriben las 15 millones de líneas de programas que componen el código fuente, y así crean todo el elemento de las urnas de contraseñas. En total, hay casi cien programas para elegir de principio a fin.